Residuos de odio sobre huesos nobles PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - I República
Escrito por Francisco González Tejera   
Jueves, 19 de Noviembre de 2015 05:28
El jefe de urbanismo del Ayuntamiento de Telde conocía bien los cientos de asesinatos en la sima volcánica, pero no había que levantar la caja de los truenos, cualquier familiar podía enterarse de que estaban tirando cal viva al agujero, los restos de los pelotazos urbanísticos en las construcciones de los centros comerciales al lado del mar que subían en los camiones de la empresa constructora del antiguo mayordomo y testaferro del conde, un tal López, que trajo sus maquinarias de Colombia en los 60, cuando el boom del turismo, todo comprado con dinero del narcotráfico y que respaldado por el alcalde sureño de pelo blanco más corrupto de la historia de las islas, el que estaba metido hasta el cuello en todo tipo de escándalos de trata de blancas y drogas, el capo isleño más destacado y vinculado a la delincuencia internacional, la que llegaba a las islas para quedarse para siempre, la que en la actualidad paga los vicios caros y las putas de lujo a gran parte de la casta política.
 
El imputado por corrupción y afiliado al partido de la Gürtel era familiar del cura que llevaba siempre pistola al cinto, el que pegaba los tiros de gracia a los fusilados en el campo de tiro de La Isleta, lo admiraba mucho, Don Juan era muy conocido en el pueblo, participó en muchas de las acciones de las Brigadas del Amanecer, sobre todo le gustaba mucho ver como arrojaban a los hombres dentro de sacos a la Mar Fea, en la Playa de La Laja, allí disfrutaba tomando ron de caña con el general Dolla y el hijo de la marquesa, que siempre llevaba varias botellas en la parte de atrás de la camioneta, siempre preparados para beber y matar, matar y beber, eso cada noche desde el golpe de estado del 36, cuando se reunieron en la calle Albareda, sede de Falange, para revisar las listas negras elaboradas meses antes para comenzar a quitar la vida a miles de personas, republicanos, anarquistas, comunistas, socialistas, toda persona que no pensara como ellos seria masacrada, arrojada a los pozos, simas, cunetas, fosas comunes, con el mar siempre como elemento de diversión cuando salían en las barquillas cargadas de hombres dentro de sacos con las manos y los pies atados, vivos, con un sobrepeso de callaos marinos en el fondo del siniestro recinto de la muerte.
 
Los camiones partían cada día desde la obra de los centros comerciales cargados de escombros para tapar los huesos de la sima, el proyecto urbanístico que dirigía el corrupto miembro del Partido de la Púnica, todo un faycán (1) de la miseria humana, de la maldad, de la mafia organizada, que se enriquecía a costa de un pueblo con cifras de paro históricas, con hambre infantil, desahucios diarios y sobre todo una corrupción política conocida por todos, que salía cada día en los medios de comunicación de toda España, la nueva Marbella llamaban al pueblo de las loterías y las brujas, de la sima con más asesinados por el franquismo de toda Canarias, que jamás abrirían para proteger a los herederos de los genocidas, los que ahora les pagaban en sobres y bolsas de plástico repletas de billetes de 500 euros de dinero robado, de favores de constructores corruptos y todo tipo de mafias organizadas.
 
El imputado jefazo municipal dirigió los últimos movimientos de tierra, el picón (2) lo llevaban sacando ilegalmente del volcán hacía muchos años, la guardia civil los protegía, daba igual que destruyeran un espacio natural, todo valía para llenar bolsillos, abajo los huesos recibían los impactos del hormigón armado, de los hierros retorcidos, del cemento, enterrados por residuos de odio, el mismo que asesinó a más de 5.000 hombres y mujeres de bien tan solo por defender la legalidad constitucional.
 
(1) Faicán o Faycán líder espiritual de los antiguos canarios.
(2) Pequeñas piedras volcánicas usadas para la construcción en Canarias.
 


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