A 2 años del 15M: ¿Fin de la primera parte? PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Madrilonia   
Domingo, 26 de Mayo de 2013 00:00
15m2013¿Se puede medir lo sucedido en el aniversario del 15M como una foto del estado del 15M en general? En la semana siguiente a la movilización del 12M sucedió lo siguiente: Cientos de estudiantes de la complutense se encerraron en el rectorado para evitar que miles de estudiantes fueran expulsados por no poder pagar las nuevas tasas de matriculación. Miles de personas convocadas por colectivos y redes feministas se manifestaron ante las sedes del Partido Popular para protestar por la modificación de la la Ley del Aborto. Este domingo, de nuevo, decenas de miles de personas han salido a la calle en una nueva Marea Blanca demandando que se respete el resultado de la consulta popular que contó (en apenas 6 días) con la participación de casi un millón de madrileños y madrileñas.
Esto es lo normal. Esta es la cotidianidad visible (La invisible son centenares de proyectos, grupos, agitaciones,  etc.)
 
Lo normal también es que el gobierno ignore la movilización ciudadana. Lo normal es que tras retrasar la aprobación de la LOMCE por miedo a un “estallido social” después de una movilización espectacular de la Marea Verde en todo el estado la LOMCE se apruebe apenas siete días después. Lo hemos llamado “Gobierno Zombie”. Lo hemos llamado “Bloqueo Institucional”
 
Sin embargo, el domingo 12 mientras la puerta del Sol se llenaba de las decenas de miles de personas alguien colocó una pancarta que decía “Tic Tac, Tic Tac, PPPSOE Nunca más”. Podría haber puesto tan sólo “PPPSOE Nunca más”, como uno más de los muchos gritos. La clave, sin embargo, es el reloj.
 
Dos años después podemos decir que el tiempo de abajo crece y el tiempo de arriba, decrece. Dos años después podemos decir que esa realidad de movimiento ya no se mide con su propia supervivencia (¿Estará? ¿No estará?) sino que se trata de organizar su crecimiento, su implantación, para abordar los desafíos que vendrán. Eso que llamamos 15M y que se declina de mil formas es un nuevo periodo histórico que se abre. El tiempo del bipartidismo es el tiempo de lo que se acaba.
 
El cruce de ambos tiempos tiene forma de citas electorales. Lo tiene por tres motivos. El primero es el bloqueo institucional que impide al propio movimiento alcanzar victorias institucionales hasta que el mapa no cambie. El segundo es que el bipartidismo se mide, también, en votos. El tercero es que el ADN 15M empieza a apuntar con nuevas armas al campo de las representación como el campo a democratizar.
 
Ese escenario está siendo ya leído por arriba. Por un lado en términos conservadores con la idea de un pacto de Estado para blindar el cadáver moribundo de un sistema de representación que ya no funciona. En segundo lugar con la pretensión de “incluir” al 15M como un espacio más en el campo de la representación. Así se le pide que “se haga partido” para poder ser medido en el interior de ese sistema como una parte, no como la dinámica social que obliga a todas las partes a cambiar.
 
La respuesta desde abajo puede ser igualmente en términos conservadores: Aceptando la premisa de la pregunta que se hace por arriba e intentando construirse como un espacio más de la representación, hipotecando el deseo y la organización al voto y la representación tradicional. O al contrario, no reconociendo el marco de la mutación y la posibilidad de responder a la pregunta del poder en sus propios términos. Replegándose al pequeño colectivo, la identidad, la afirmación ideológica y, en fin, el cierre identitario y la derrota.
 
Pero también puede suceder otra cosa. También puede que esa energía colectiva que no se posa sólo en un sitio, que no tiene centro, que no es fácilmente representable, que no casa bien en las definiciones tradicionales de la izquierda y la derecha ni con la organización tradicional de “lo político”, se configure como un movimiento por la democracia que obligue, como ha sucedido estos dos últimos años, a ese arriba a definirse y pensarse a partir de esa energía. En esa lógica, el bipartidismo morirá, si cabe, más rápido, pero aquello que lo suceda nacerá atado y controlado por esas demandas comunes de democracia, que lejos de plegarse a la representación, serán capaces de seguir desarrollándose por si mismas.
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Fuente: Madrolonia