A lo largo de la jornada de ayer abundaron las informaciones relativas a personas que llegan y que se van de España.

Entre los que vienen figura un grupo de hombres de negro del Fondo Monetario Internacional (FMI), que permanecerán en nuestro país hasta el próximo 26 de octubre para supervisar la situación del sector bancario, en la perspectiva del rescate parcial acordado semanas atrás entre Madrid y Bruselas.

Lo que llama la atención es el hecho de que, si el dinero que el régimen de Rajoy ha pedido para sanear los colosales errores cometidos por las cúpulas bancarias españolas durante la época de la burbuja inmobiliario–financiera procede de la UE y no del FMI, ¿no sería más lógico que los hombres de negro vinieran de Bruselas y no de Washington? Quizá el Fondo Monetario Internacional esté funcionando ya, sin ambages, como una especie de superministerio mundial de Economía, por supuesto, sin haber pasado antes por proceso electoral alguno.

Otros que vinieron, o al menos consiguieron pisar suelo español, fueron alrededor de veinte de los cien subsaharianos que ayer asaltaron la valla fronteriza existente entre Melilla y Marruecos, con la esperanza de encontrar en nuestro país una vida mejor.

Sin embargo, se equivocaron de momento ya que ayer se supo también el dato de que entre enero y septiembre de 2012 más de 420.000 personas han abandonado España, de las cuales 365.000 eran ciudadanas y ciudadanos extranjeros y 55.000 españoles. Llama la atención el incremento del 21,6% en el número de emigrantes españoles respecto al mismo periodo de 2011.

Sin duda, la parálisis económica a la que han conducido las políticas neoliberales del PP se está traduciendo en un progresivo empobrecimiento del país, que trae consigo cifras récord de salida de capitales y de personas desde esa España a la que los Moncloa Boys tanto adoran, pero de la que tan poco se preocupan.

Por ello, quizá las cosas serían mejor si fueran los catorce hombres y mujeres que forman el Gobierno de España los que abandonaran voluntariamente el país, rumbo a algún paraíso fiscal o laboral en el que ciertamente tendrían asegurado un puesto de trabajo como gobernantes.

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Fuente: Crónica de Aragón