El miedo a pronunciar Gordillo PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Miguel Jara   
Sábado, 11 de Agosto de 2012 04:38

GordilloLa Wikipedia presenta a un tal Gordillo como un “lateral izquierdo tremendamente ofensivo” y comenta su facilidad como defensor, su capacidad de esfuerzo, sus subidas por las bandas y su inconfundible estilo de jugar con los calcetines bajados, a pelo descubierto. Se trata de Gordillo el futbolista, Rafael, que estuvo en el Betis y en el Real Madrid.  Aunque podáis creer lo contrario este Gordillo no era sevillano sino extremeño, en concreto del pueblo pacense de Almendralejo.

 

Y es que anda suelto por la región bética otro Gordillo que, si hemos de fiarnos por una búsqueda en Google para valorar la “fama” de las personas, todavía no ha superado al futbolista pero está en ello. Ya imagináis de quién trato, de Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde Marinaleda (Sevilla-Spain) que acapara portadas y espacio en los medios de comunicación esta semana por haber participado en la “expropiación” de alimentos en un par de supermercados destinados a personas necesitadas.

Gordillo es otro zurdo tremendamente ofensivo, un cualificado defensor del campesinado andaluz con demostrada capacidad de esfuerzo para, partiendo de la nada, ocupar tierras de terratenientes y llevarlas a producir lo suficiente como para haber desarrollado una población tan especial como Marinaleda, con una tasa de paro del 0% y a la que no le hace falta ostentar policía, narra el New York Times; se sabe que cuando toda una población tiene cubiertas sus necesidades el delito no suele hacer acto de presencia.

Suben y bajan por las bandas magnéticas de los supermercados los Robin Hood jornaleando para los demás y si el primer Gordillo tenía un estilo de jugar con los calcetines bajados, el segundo lo hace con las mangas remangadas cuando no descamisado. Por eso nos gustan tanto los gordillos, porque saben defender a sus equipos y atacar cuando hace falta. Porque su vida se basa en el esfuerzo no en la especulación con el resultado del partido y porque combaten sin espinilleras pese a las muchas ostias que les da la vida.

Gordillo ha metido un buen penalti cuando el partido vive momentos de gran tensión. Tanto se está tensando la cuerda de la oligarquía, la impunidad, la injusticia y la falta de solidaridad que los diques que contienen el contrato social empiezan a resquebrajarse. La grada anda revuelta y amenaza al palco con algo más que con pañuelos blancos. La acción de los gordillos tiene componentes demagógicos pero su mérito es que ha puesto en evidencia demagogias mayores. Ha situado en el centro de la agenda mediática el hecho de que los grandes delitos quedan impunes mientras buena parte de la ciudadanía pasa necesidades. La acción no es una medida contra la crisis –porque su generalización no resuelve los problemas de raíz- sino una intevención simbólica con un claro contenido político. Ha sido una brillante táctica comunicativa para poner sobre la agenda política un grave problema social. La intervención en Carrefour y  Mercadona no es casual, como explica Esther Vivas, coautora del libro Supermercados, no gracias (Icaria ed.) :
“Los supermercados a lo largo de las últimas décadas han generalizado un modelo de producción, distribución y consumo de alimentos que ha tenido consecuencias dramáticas para el campesinado, el pequeño comercio, los derechos laborales y el medio ambiente. Carrefour y Mercadona son los máximos exponentes de estas prácticas en el Estado español al encabezar el ranking de las grandes empresas que dominan el sector de la venta al detalle. Ambos supermercados suman casi el 40% de la cuota de mercado de la distribución de alimentos, según datos del 2007″.
Es hipócrita que, en palabras de catedrático de Economía Juan Torresse enrabien tanto por un hurto de poca monta y no persigan los grandes robos y estafas. Hace ya muchos años que yo trabajaba en el periódico Crónica de Madrid. Entonces se construía el carrefour de Collado Villalba, en la zona oeste de Madrid, que yo cubría. Recuerdo que se acumulaban más de veinte irregularidades en su instalación en la sierra madrileña. Aún hoy su aparcamiento continúa ocupando un terreno público protegido por la ley como es una vía pecuaria. Años después conocí al gordillo de las barbas. Fue a presentar el proyecto de Marinaleda en una sala municipal que se encuentra justo enfrente del Carrefur citado, por cierto. Charlamos e incluso quedamos en hacer un proyecto juntos que el tiempo diluyó y que ahora convendría retomar.

Entretanto, Mercadona ha crecido mucho y lo ha hecho “expropiando” a su masa trabajadora, como podéis ver en el vídeo con las declaraciones de un trabajador despedido tras sufrir un infarto cerebral cuyas secuelas le impiden rendir como los directivos de la compañía desean. Ha crecido tanto que se permite tirar la comida que le sobra.

Gordillo ha despertado el miedo. El miedo de quien cree tener el partido ganado, de quien se cree superior pero un equipo de descamisados amenaza con sacar tarjeta roja hasta al palco. Tiene más que perder el que más posee.

Algunos denunciarán que la acción de los gordillos es ilegal y puede que lo sea. Pero algo ilegal puede ser legítimo, moral y digno. Las necesidades humanas básicas pueden hoy satisfacerse técnicamente pero el único obstáculo para conseguirlo es el propio marco institucional, sistémico, desarrollado en beneficio  de los grandes poderes empresariales y financieros. Por ello las acciones gordillescas cobran todo su sentido, son una apuesta radical por el ser humano y la justicia social. Una acción como la comentada contribuye a preparar el terreno para un cambio institucional. Entonces la ilegalidad es legítima y por ello la desobediencia civil un deber.
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