Valle Inclán: El esperpento España. (2) PDF Imprimir E-mail
Cultura - Libros / Literatura
Escrito por Ramón Pedregal Casanova / UCR.   
Miércoles, 06 de Noviembre de 2013 00:00

Como había escrito en el final de la primera parte de esta mirada sobre Valle Inclán y su “Luces de bohemia”, en esta segunda ocasión voy a mirar algunos aspectos que creo menos conocidos y que en momentos como los que vivimos dejan saber la existencia de un intelectual comprometido con su tiempo, que por causas bien conocidas de todos sigue siendo el nuestro. Descubrir a Valle Inclán es imposible, es por eso por lo que elijo sus compromisos señalados con el cambio social, esos que dejan en cualquier persona lectora su sello de rebeldía.

 

No es baladí que en su presentación en “Alma española” el 27 de diciembre de 1903 lo hiciese de la misma forma que lo hizo Cervantes en su “Don Quijote”: “Éste que veis aquí, de rostro español y quevedesco, de negra guedeja y luenga barba, soy yo: don Ramón María del Valle Inclán.

Siguiendo con las descripciones antes de entrar en los compromisos con su tiempo, encontramos la que hace de él en 1907 Rubén Darío, al que Valle incluiría como personaje en “Luces de bohemia”, en un soneto: que comenzaba: “Este gran Don Ramón de las barbas de chivo, // cuya sonrisa es la flor de su figura, // parece un viejo dios, altanero y esquivo, // que se animase en la frialdad de su escultura.”

En 1910 da una conferencia en Buenos Aires que titula “El arte de escribir”, y dice en ella: “He leído muchas veces que para el aprendizaje literario conviene repasar diccionarios y catálogos de profesiones. … jamás lo he practicado; … puedo deciros que instintivamente lo repudio. Yo puedo deciros que llené mis alforjas por los caminos de las dos Castillas. Entrando en las ventas y calentándome en las cocinas y durmiendo en los pajares. Tales fueron las Universidades donde aprendí los más expresivos y sonoros vocablos y el modo de usarlos, que es lo más esencial, y las imágenes y las comparaciones, y los adjetivos sin antecedentes literarios. Porque la primera virtud del estilo es que se parezca al estado hablado, como quería Montaigne. En el habla del labriego está el espíritu de nuestra lengua, y no es en los clásicos que vivieron latinizando e italianizando.”

Ante el inicio de la primera guerra (1914) se posiciona a favor de los aliados.

En 1915 declara en una entrevista: “Ser joven … yo también creo que lo soy. Entiendo que serlo es tener que resolver la vida, y yo no la tengo resuelta ni consolidada, cosa que me honra … ¡porque aquí en España equivale a un indignidad tan grande el tenerla así! … Con mi rebeldía, creo que soy el más patriótico de todos mis contemporáneos. Y creo que siendo la gobernación actual cosa tan detestable y aborrecible, colaborar a la obra del Estado, es contribuir con nuestro esfuerzo a la perdición de España.”

En 1916 “El Imparcial” y “Prensa Latina de América” le envían como corresponsal a los frentes de guerra de Flandes, Picardía, Champagne, Verdum, y Maricourt-Estress. Fedor Kelin escribiría después: “Valle Inclán quizás fue el primero de los grandes escritores de Europa Occidental que manifestó un sentimiento de agudo odio hacia la guerra imperialista y que la condenó.”

“La Internacional”, revista de un grupo del PSOE vinculado con la III Internacional, le pregunta: “¿Qué es el arte?”, y responde: “- El supremo juego. … ¿Qué debemos hacer?. Arte, no. No debemos hacer arte ahora porque jugar en los tiempos que corren es inmoral, es una canallada. Hay que lograr primero una justicia social.”

En 1922 declara en el Ateneo de Madrid: “Soy partidario del reparto de tierras según el sistema de los soviets para satisfacer a los emigrados rusos que acompañaron al almirante Koltchak. Estos pasaron de Japón a México y se unieron a los proletarios mexicanos y españoles contra los latifundistas.”

Con la publicación de “La Corte de los Milagros” en 1927, declara: “Mi propósito en ella no es otro que hacer la historia de España desde la caída de Isabel II hasta la Restauración, ...”

Ese mismo años publica “La hija del capitán. Esperpento”, y se encuentra con la siguiente prohibición: “La Dirección General de Seguridad, cumpliendo órdenes del gobierno, ha dispuesto la recogida de un folleto que pretende ser novela, titulado “La hija del capitán”, cuya publicación califica su autor de esperpento, no habiendo en aquel ningún renglón que no hiera el buen gusto ni omita denigrar a clases respetabilísimas a través de las más absurdas de las fábulas. ...” Esas “clases respetabilísimas” son la monarquía, su gobierno dictatorial, la burguesía, los periodistas que les sirven,los capos de la iglesia católica, ...la situación española de decaimiento general y los dirigentes que se alzan.

Valle creó el argumento a partir de lo que el pueblo contaba sobre el crimen del capitán Sánchez y su hija, un caso del momento, y él viene a declarar que el golpe de estado, pronunciamiento, levantamiento, bajo la capa de salvaguardar los manoseados valores y el honor patrio habitan los intereses particulares, y en estos se encuentra la verdadera intención de esas clases, lo que aparece en la obra en su lenguaje soez desatado de toda prevención, además de dejar ver el servilismo entre ellos mismos al poderoso. Con la obra sitúa el golpe de estado, el pronunciamiento, el levantamiento, el alzamiento, siempre bajo la capa de salvaguardar los manoseados valores patrios y el honor, en el centro de los intereses particulares, manifestando la verdadera intención de esas clases.

El 27 de octubre es detenido por protestar en el teatro contra la representación de “El hijo del diablo”, de Montaner.

Al año siguiente declara en una entrevista: “Creo que la novela camina paralelamente con la historia y con los movimientos políticos. En esta hora de socialismo y comunismo no me parece que pueda ser el individuo humano héroe principal de la novela, sino los grupos sociales. La historia y la novela se inclinan con la misma curiosidad sobre el fenómeno de las multitudes. … La multitud es el protagonista. Se acabaron los héroes, se acabaron los conflictos individualistas.”

Entre el 10 y el 25 abril de 1929 es encarcelado en “La Modelo” de Madrid tras negarse a pagar una multa de 250 pesetas y arremeter contra los guardias que se la entregaban en su domicilio. La multa era a causa del escándalo que armó por la presencia de los reyes en el Palacio de la Música.

Ese 1929, el 15 de Noviembre, expone sus “tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantados en el aire. (Traigo aquí, para abreviar, el segundo, “en pie”) “Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas como si fuesen nuestros hermanos, como si fuesen ellos nosotros mismos, como si fuera el personaje un desdoblamiento de nuestro yo, con nuestras mismas virtudes y nuestros mismos defectos.”

Y llega la II República, Valle Inclán está con ella.

En el homenaje a Álvarez del Vayo, destinado como embajador a México, declara: “Ahora no se arroja a Alfonso XIII por anticonstitucional, sino como ladrón. Venimos a alcanzar la dignidad de hombres de bien contra los ladrones.”

Es impulsor en el Ateneo de Madrid, en 1933, del Primer Congreso de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios.

La Asociación de Amigos de la Unión Soviética le nombra “Presidente de honor.”

Entra a formar parte del Comité Internacional contra la Guerra.

Un año más tarde se suma a la petición de libertad para Thaelmann, preso de los nazis.

El gobierno de ultraderecha de la CEDA desata la represión causando 3000 muertos, centenares de heridos y encarcelando a 30.000 personas, y en el homenaje al doctor Del Río, tras la matanza dirigida por Franco contra los mineros asturianos, declara: “No quiero olvidar con ellos, todos los hombres honestos, a esa gran figura intelectual, al Doctor Del Río Ortega, y a todos los que con él están en la cárcel, y es preciso que aquí recaudemos para enviarles nuestro pequeño óbolo, siq1uiera sea para la cena de Navidad.”

En 1935 Valle Inclán expone en el Ateneo de San Sebastián su punto de vista sobre el tema de las nacionalidades: “Lo mejor será dar libertad a todas las regiones peninsulares, para que cada una desenvuelva su personalidad y su responsabilidad.”

En el mes de junio la Asociación Internacional de Escritores, como la organización de la “Campaña Nacional Contra la Pena de Muerte” le nombran su presidente. Además el Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura lo tiene entre sus miembros.

Valle Inclán muere el 5 de enero de 1936. El 12 de febrero se produce el triunfo electoral del Frente Popular y la proclamación de la República. El 14 de febrero es homenajeado, presidiendo el acto Antonio Machado.

Las preocupaciones de Valle Inclán nos pertenecen, y su conocimiento y sus trabajos nos ayudan.

 

Ramón Pedregal Casanova es autor de “Dietario de crisis”, puedes bajártelo de Libros libres, en rebelion.org, y es autor de “Siete Novelas de la Memoria histórica. Posfacios”, editado por Fundación Domingo Malagón.