Este año que terminó ayer pasará a la historia del país como el año de la corrupción; entre el caso Bárcenas, los EREs, la Gürtel, Caja Madrid y demás sorpresas, pareciera que nadie se salva. Hemos vivido  durante todo el año el bochorno colectivo de ver a dirigentes de partidos y organizaciones sociales teniéndose que tragar, una y otra vez, la manida frase “pongo la mano en el fuego por mis compañeros”.

Eso de que los ricos no pagaban impuestos parecía una cantinela de la izquierda, pero el aforismo lo ha confirmado Cristóbal Montoro: «Cuando yo llegué me encontré con que el tipo efectivo de los grandes contribuyentes no era del 30%, ni del 15%, era del 3,8 %; lo cual quiere decir que había millonarios que pagaban cero euros».