1. Se callen, coño, que el rey quiere silencio

Empleamos indistintamente la anestesia general y la epidural. En este caso el paciente no quería oír ruidos de sierras, martillos, e manera que dijo: “Esta vez prefiero general”, y así lo hicimos. Declaró el doctor Ángel Villamor el 24 de noviembre de 2012, sobre la cirugía real utilizada en el Hospital Quirón San José, de Madrid.

SU majestad no quiere ni un martillo,

ni tampoco una hoz ni una guadaña,

esa ferretería tan extraña

que suena a rojerío bastardillo.

Estar anestesiado es más sencillo,

no escuchar lo que dicen en España

los vasallos que juzgan de patraña

la monarquía que instauró el Caudillo.

Venga más anestesia cada día,

las hoces y martillos enterrados,

y que calle la calle su porfía.

El rey quiere dormirse sin cuidados,

nadie chiste o vendrá la policía

para dar penitencia a sus pecados.

2. Manda huevos el real capricho

El rey está bien. Me ha dicho que ha desayunado dos huevos fritos,  o sea, que yo creo que es señal inequívoca de que está bien.

Declaró el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tras la audiencia hospitalaria con el rey, el 25 de noviembre de 2012.

LLEVA su majestad los apetitos

tan borbónicamente espabilados

que a pesar de tenerlos operados

come pan, y también dos huevos fritos.

Ni siquiera pensar en los delitos

pendientes todavía en los juzgados

le quita el hambre, zampa sin cuidados

mucho pan, y también dos huevos fritos.

Desdeña los regímenes prescritos

mientras ande con pasos muletados:

quiere pan, y también dos huevos fritos.

Qué gustos más plebeyos e inauditos,

en lugar de langostas y venados

pedir pan, y también dos huevos fritos.

Arturo del Villar, poeta republicano