Otro discurso insustancial PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Miércoles, 28 de Diciembre de 2011 05:19

Congreso Juan Carlos 27  dic 2011   Este hombre no para. Demuestra una actividad frenética, y eso que vimos en televisión cómo se tambaleó al subir a la pequeña tarima para escuchar su himno nazional, y estuvo a punto de caerse, una vez más. Después del insustancial discurso de la nochebuena, tres días después ha sido capaz de leer otro en la solemne sesión de apertura de la nueva legislatura. Es curioso que el texto íntegro del discurso, tal como lo difunde la llamada Casa del Rey, ocupa dos cuartillas en letra del cuerpo 12, mientras que su majestad el rey católico nuestro señor, que Dios guarde, ha leído ese texto en 16 folios, con letra del cuerpo 48. ¿Por qué no usará gafas?

 

   Al acto asistieron los miembros del Congreso y del Senado, excepto los representantes de Esquerra Republicana de Catalunya y Amaiur. Los presentes tributaron una grandiosa ovación a los reyes y los príncipes, aunque las cuatro taquígrafas oficiales del Congreso permanecieron con los brazos caídos, como una demostración del rechazo popular por la monarquía del 18 de julio, puesto que ellas eran las verdaderas representantes de los trabajadores españoles en el hemiciclo, ya que se encontraban allí para desempeñar su trabajo. Los diputados y los senadores están para vitorear al rey.

   Comenzó su discurso nuestro señor el rey católico recordando la Constitución de Cádiz que cumplirá dos siglos en el 2012, y afirmó que es la primera carta magna española. O miente o desconoce la historia. La primera Constitución española fue la promulgada en Bayona el 8 de julio de 1808, por el legítimo rey José Bonaparte, tras las sucesivas y abyectas abdicaciones de los inmundos borbones Carlos IV y Fernando VII en el emperador Napoleón, que cedió legítimamente la corona a su hermano. José I poseyó todas las cualidades que les faltan a los borbones.

   Si nuestro señor el rey católico, que Dios guarde, tuviese algún conocimiento de historia, no se atrevería siquiera a mentar la Constitución de Cádiz de 1812, ya que su antepasado Fernando VII empezó su reinado declarándola nula, tuvo que jurar acatarla después tras la sublevación del heroico Rafael de Riego, y perjuró a continuación. Por eso el apodado popularmente Narizotas es llamado por los historiadores El Rey Felón, con plena justicia.

   Claro que eso de jurar y perjurar es una costumbre borbónica. También Alfonso XIII juró y perjuró la Constitución de 1876. En cambio, el rey nuestro señor Juan Carlos I no puede perjurar la vigente Constitución de 1978 porque se limitó a firmarla, sin jurarla. El juramento hecho por nuestro señor el rey fue a los Principios Generales del Movimiento y demás leyes fascistas, en 1969 y en 1975, por dos veces y con mucha devoción.

 

Tres virtudes reales

 

   En su discurso a los diputados y senadores les dijo su majestad el rey católico: "Habéis sido objeto de un gran honor, que conlleva grandes responsabilidades, que estoy seguro afrontaréis con eficiencia, honestidad y trabajo." Su majestad el rey católico les da el ejemplo y la pauta. Los teólogos catolicorromanos distinguen entre tres virtudes teologales y cuatro cardinales, a las que hay que añadir estas tres virtudes reales que tan bien definen la actuación de nuestro señor el rey, en especial la honestidad. Podrían atestiguarlo Olghina de Robiland, o Bárbara Rey, o Marta Gayá, o tantas otras menos famosas pero igualmente honestas damas en la corte del rey católico. En cuanto a su eficiencia, basta con recordar que lleva 36 años y un mes desempeñando el trabajo de rey, sin que nadie le ponga una crítica, por lo menos dentro del reino. Y sobre el trabajo ímprobo que desarrolla no hay más que ver cómo ha leído estos dos discursos en cuatro días.

   Lo mismo que en el de nochebuena, no hizo ninguna alusión al tema inevitable durante los últimos meses en las conversaciones de los resignados vasallos: los escándalos financieros protagonizados por su hija Cristina y su yerno Iñaki, que se valieron de su parentesco real para cometer sus tropelías. Negocios que él conocía desde 2006, y por eso buscó un dorado exilio a la pareja en Washington, con un sueldo millonario. Su majestad se comportó exactamente igual que los obispos catolicorromanos cuando les denuncian las actividades de un cura pederasta: lo trasladan a otra parroquia para que siga allí haciendo de las suyas, pero no lo ponen ante los tribunales de Justicia. Si es que el altar y el trono proceden como gemelos.

 

Este estado de derecho

 

   A tono con ello, declaró pomposamente su majestad el rey católico nuestro señor: "Cumpliendo cada uno sus obligaciones constitucionales, reforzaremos cada día más el estado de derecho que garantiza con seguridad, justicia y equidad los derechos individuales de las personas, la fortaleza institucional y, en definitiva, nuestra convivencia colectiva." No es obligación constitucional del rey católico prohibir a su hija y a su yerno que practiquen el deporte de estafar a entidades y empresas, porque efectivamente el artículo 62 no indica nada de eso. No obstante, hubiera sido una ocasión propicia para reforzar "la fortaleza institucional" de la monarquía, tan desprestigiada de antiguo, pero mucho más con este escándalo financiero, continuación de los protagonizados por los amigotes del rey, Manuel de Prado, Mario Conde, Javier de la Rosa, Alberto Cortina y Alberto Alcocer, juzgados como delincuentes.

   También afirmó igual de grandilocuentemente: "Hemos de defender la honradez, el esfuerzo y la profesionalidad con que la inmensa mayoría de los españoles desempeñan su trabajo, viven su vida y sacan adelante a sus familias." La inmensa mayoría, en efecto. A la familia irreal no se le pueden achacar ni la honradez, como demuestran los chanchullos financieros de la llamada infanta Cristina y su marido; ni el esfuerzo, porque tienen escribas de sus discursos, secretarios, mayordomos, edecanes, lacayos y demás servidores para que realicen todos los necesarios; ni la profesionalidad, porque es imposible hacer más el ridículo. Y eso que los medios de comunicación de masas acordaron en 1976 un pacto entre caballeros, comprometiéndose a no publicar nada perjudicial para la casa irreal. Lo hacen las revistas extranjeras, como la italiana Novella 2000, al presentar aspectos ocultos de la persona real, por eso prohibida en España.

   Si la Justicia es igual para todos, según aseguró su majestad el rey católico nuestro señor, que Dios guarde, en el mensaje de nochebuena, a él le esperan noches malas, cuando su hija y su yerno sean procesados como delincuentes comunes. Parece ser que es lo que desea, a juzgar por sus palabras en el Congreso de los Diputados.

 

Arturo del Villar es presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

 

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