Gracias Urdanladrin: Que la República te lo pague PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Amadeo Martínez Inglés / UCR   
Lunes, 19 de Diciembre de 2011 04:54

Una monarquia que quema  Sí, sí, divino Urdanladrin (perdona que por necesidades del guión actualice presuntamente tu apellido para adaptarlo a las circunstancias del momento), valeroso quintacolumnista en la pérfida familia borbónica, moderno caballo de Troya que ha dejado expedito el camino a las combativas huestes republicanas, catapulta de oro que ha derribado de un solo golpe la ciclópea muralla tras la que lleva treinta y seis años atrincherado el régimen postmorten coronado franquista… muchas gracias, que la República (la Tercera, por supuesto) te lo pague, recompense como se merece tu enorme sacrificio personal y el que, subsidiariamente, puede afrontar (la cosa está muy verde todavía) en el futuro cercano tu todavía gentil esposa, la sin par infantita real que tuvo a bien elegirte, entre millones de machos ibéricos, para que, con arreglo al ancestral mandato monárquico, la un tanto degradada y perversa saga de los Borbones siguiera reproduciéndose como conejos. Hermosos, atléticos, rubios, gorditos y depravados conejos…

 

          Mira que llevamos tiempo los estrategas de la guerrilla antimonárquica de este país planificando el mejor “modus operandi” para llegar cuanto antes al esplendoroso día “D” en el que al majestuoso y franquista D. Juan Carlos de Borbón y Borbón (de los Borbones de toda la vida, sí, de los mismos) no le quede más remedio que agarrar por los pelos el majestuoso helicóptero aparcado permanentemente a segundos de vuelo de La Zarzuela para, perdiendo su real culo, emprender veloz viaje a su Italia del alma… y llegas tú, hombre valiente, comprometido, sin tacha (perdona, pero en estos momentos estoy esbozando una pícara sonrisa), antiguo crack del balonmano español, de buena familia plebeya aunque, eso sí, con una cara que según los expertos que te conocen deja a la altura de la mantequilla al titanio y al carbono fundidos al alimón en aleación ligera (o sea, en román paladino y como decía mi abuelo, con más cara que un saco de perras), y como el que no hace la cosa y sin pedir permiso a nadie dejas el cuartel general monárquico hecho unos zorros, con su general en  jefe, tu regio suegro, en depresión profunda y con las ciclópeas murallas exteriores por los suelos, como si la guerrilla republicana española (que estos días se las ve y se las desea para alistar tanto recluta advenedizo) las hubieran atacado con algo así como las doscientas baterías de artillería de campaña que el generalísimo fascista Francisco Franco, allá por el otoño de 1938, puso en línea en el Ebro para frenar in extremis el “último órdago bélico del honor” de la abandonada y desarmada II República española.

          No obstante, guerrillero Urdanladrin, líder altruista máximo de la benefactora factoría Nóos, el sacrificio que te espera va a ser enorme, no te quepa la menor duda. Tu todavía familia borbónica, a la que te uniste irresponsable y egoístamente todo hay que decirlo, no te va a perdonar el estropicio causado en sus filas (que puede ser definitivo si las cosas siguen por el camino que el juez Castro ha emprendido) y va a arremeter contra ti con furia incontenible. De hecho, la gran ofensiva regia que, como la sufrida en su día por “petronio Marichalar”, puede dar con tus huesos en los infiernos mediáticos y sociales de este país ya ha comenzado. Escasos días después de que el gran jefe borbónico (tu antes amadísimo suegro) calificara públicamente, a través del jefe de su Casa y con la misma mala leche con la que días después recibiría a tu ex compañero deportivo y actual portavoz de Amaiur, señor Errekondo, tu conducta como “no ejemplar”, o sea, traducido al lenguaje coloquial, como propia de un “golferas de dar poco y recibir mucho”, tu atlética figura de talonmanista de elite fue separada del real grupo en el que militabas por derecho de bragueta y arrojada a las tinieblas del precario pelotón de plebeyos de pantalón corto que, en su juventud, dieron días de gloria y alguna que otra medallita (de bronce mayormente) al enclenque deporte de este país.

          Y esto es solo el principio, compañero y presunto trincón Urdanladrin, que luego vendrá lo gordo de la cantada represión borbónica (ya sabes, los validos y servidores de este hombre/dios son de usar y tirar) que se otea por el horizonte, y es preciso que te prepares para poder aguantar la terrible acometida regia. Después de la “no ejemplaridad” y del cambio de ubicación de tu figura de cera, vendrá el reconocimiento oficial por parte de la llamada “Casa Real”, “Casa del Rey”, Zarzuela, Palacio o la Dinastía/Madre que parió a todos… de que tus andanzas pseudo altruistas por Comunidades Autónomas y empresas públicas o privadas fueron lisa y llanamente presuntos eurodelitos (España está todavía con la Merkel), impropios de un yerno de su divina majestad borbónica. A continuación, no lo dudes, te cambiaran tu denominación de origen de “yerno preferido” (el Marichalar, a pesar de su exquisitez, no te llegaba a la suela de tus deportivas) por el negro sambenito de “yerno non grato”. Y por último, de momento, y tampoco lo dudes, te conminarán por activa y por pasiva, incluso echando mano de la perversa táctica del palo y la zanahoria que en estos casos suelen utilizar los ejecutivos del CNI, para que acudas presto al Juzgado de Familia más cercano a tu domicilio (sí, sí, al del palacete ese de Pedralbes de los 1.500 millones de las antiguas pesetas porque el, asimismo palacete, cedido por Telefónica en Washington para acogeros tras la gran huída recomendada por tu super suegro real, al que parece ser no le gustaban para nada tus nada altruistas negocios pero que no denunció para nada a la justicia cometiendo un presunto delito de encubrimiento, tiene la fecha de caducidad a la vuelta de la esquina) a pedir a voz en grito el divorcio de tu gentil esposa y presunta compañera de juegos evasores.

Porque amigo Iñaki, no sé si lo sabrás, pero tu antiguo clan borbónico te va a dejar más solo que la una en cuanto el juez mallorquín que husmea tu antiguo tinglado empresarial diga hasta aquí hemos llegado y saque a pasear la diabólica máquina de los autos y los exhortos. A pesar de que tu infanta del alma (y copresidenta de la tal Aizoon SL) sigue por tus huesos y llora y llora estos días en el regazo de su real padre para que el príncipe azul que todavía la acompaña siga como sea a su lado, tu suerte familiar y matrimonial parece estar echada. Y es que las palabras del todavía rey de los españoles (de todos ya no ¡eh! que las ratas pseudo monárquicas empiezan ya a abandonar en tropel el barco zarzuelero) a quien corresponde, han sido claras y determinantes: “A mi hija ni tocarla. Antes cojo el molinillo y me largo con toda la parentela a mis Maldivas del alma. Y que os den a todos con la crisis…”                        

  

 

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