La verdad es que la labor de los servicios secretos rusos en el manejo de la información de la trama golpista de Ucrania demuestra una eficacia absolutamente sorprendente. Primero interceptaron y desencriptaron una conversación entre el embajador de EE.UU. en Ucrania, Geoffrey Pyatt y la subsecretaria de Estado de EE.UU. para Asuntos Europeos, Victoria Nuland, quienes fueron pillados planificando el reparto del poder en el país europeo tras la consolidación del golpe de estado que estaban organizando. Curiosamente, el personaje por el que apostaban, Arseni Yatseniuk, es ahora primer ministro del país flanqueado por una horda de neonazis que, de tomar el poder en cualquier otro país de la Unión, haría temblar a cualquier socio del Partido Popular Europeo.