Que se haya aprobado la Ley Sinde es una mala noticia para internet, porque se abre la posibilidad de cerrar páginas web sin suficientes garantías jurídicas; y también para la creación artística, porque lejos de defender los derechos de los autores, lo que se consolida son los privilegios de un oligopolio industrial al que los artistas seguirán esclavizados unas décadas más; y de buena gana, por lo visto.