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¡Feliz Navidad, camaradas! |
Laicismo - Estado Laico |
Escrito por John Brown |
Jueves, 27 de Diciembre de 2012 00:00 |
Desde mucho antes de que el cristianismo fuese religión oficial del Imperio romano, las fechas que corresponden hoy a la Navidad eran las de una de las fiestas más importantes de Roma: las saturnalias. Las saturnalias celebraban el fin de los trabajos del campo y el reposo invernal de los campesinos, tanto libres como esclavos. Eran días en que los esclavos gozaban de una relativa libertad respecto de sus tareas habituales y se celebraba con alegría el fin de los días más cortos del año, el inicio de un nuevo ciclo.
El cristianismo recuperó estas fechas y, en particular, la del 25 de diciembre (día de Sol Invictus o, en el caso de la secta mitraica, día de Helios Mitra) para celebrar el nacimiento de Jesucristo, sin que conste que exista relación alguna entre este acontecimiento y la fecha elegida. Con todo, el cristianismo situó el nacimiento de Cristo en el mismo período en que los esclavos celebraban una relativa libertad y esperaban lograr una libertad definitiva bajo el gorro frigio del dios Mitra. “Por lo tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: No trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:25-3) Esto, en términos modernos (Louis Blanc, Karl Marx), se dice así: “De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”.
Los seguidores reales del Hijo del Carpintero no son los grandes prelados ni los poderosos, no los mojigatos ni los meapilas, sino los verdaderos comunistas y los auténticos ateos. Los comunistas, en cuanto defienden no las monstruosidades del socialismo estatal, sino el régimen del común y de los comunes cuyo fundamento es la justicia y la caridad, esto es, una justicia cuya base no es la propiedad, sino el libre acceso gratuito a lo común. Los ateos también, pero también en este caso, los auténticos ateos, no los que defienden una atroz religión fetichista de la historia, del Estado o de cualquier otra pesadilla. Los auténticos ateos son los que no creen en una providencia, ni en un orden del universo, sino en la gratuidad, en la aleatoriedad de la historia y de la naturaleza, en la fundamental aleatoriedad de todo lo necesario. Entre estos ateos de la gracia están naturalmente, junto a los materialistas que rechazan el principio de razón suficiente, los cristianos que afirman, junto a los teólogos de la liberación, una “teología de los predicados” en la cual no se afirma que “Dios es amor”, sino que “el amor es Dios” y que el hijo del hombre –todo hijo del hombre– es Dios, que fuera de la comunidad de los hombres, del otro reino que está en este mundo, no hay ningún Dios. ........... Fuente: Iohannes Maurus es el Blog del autor |