Dinásticos por la abdicación y republicanos por la soberanía del pueblo español PDF Imprimir E-mail
III República - III República
Escrito por Joan Tardá   
Sábado, 04 de Agosto de 2012 00:00

Joan TardáEn los últimos meses se han ido intensificando los comentarios favorables a la abdicación del actual Jefe de Estado en favor de su hijo Felipe. Ignoro si estos comentarios son el reflejo de una presión ejercida ya sobre su figura, pero lo que es evidente es que se habla (y he oído diputados hablar sin tapujos apelando a la vergüenza provocada por las últimas actuaciones del monarca ya su estado de salud).

Con todo, detrás de ello hay una operación de gran envergadura que tiene que ver con la debilidad y las incertidumbres de la institución como producto de la ilegitimidad con que fue reinstaurada por el dictador y encalomada a la ciudadanía en el paquete de la Constitución Española de 1978.


En el contexto actual de crisis económica galopante y de quiebra del Estado, los déficits de la Transición son tan evidentes como cuestionadas las paredes maestras del edificio postfranquista que se erigió. Este es el escenario y conviene que nadie se engañe. Cuando se habla de choque de trenes, sabemos de lo que hablamos: por un lado, cierre de filas por parte del PP y de la nomenclatura del PSOE para no perder las cartas de navegar  que se diseñaron en los años 1975-1978. Eso sí, aceptando pagar la prenda de desmontar progresivamente el estado autonómico (la presencia y crecimiento de UPyD actúa como catalizador que lo acelera), proceso contrario no muy difícil de engrasar atendiendo a la facilidad con que penetran los relatos favorables a la recentralización en tiempos de crisis si, además, van cargados de mensajes que estimulan la catalanofobia arraigada en todas las clases sociales españolas.


Un tren que avanza veloz contra el convencimiento de una buena parte de la ciudadanía de nuestro país que ya ha iniciado el tramo definitivo hacia la emancipación. De hecho, no es otra cosa que el convencimiento de que no seremos viables económica y socialmente si no superamos el expolio fiscal y no modificamos radicalmente las relaciones con el Estado español.


Es por ello que, respecto al momento actual de la monarquía y el republicanismo español, interesa dejar claras dos cuestiones. En primer lugar, hay que denunciar los partidos dinásticos (PP-PSOE) que impidieron que la ciudadanía decidiera el año 1977 la forma de Estado, los mismos que han defendido la legitimidad de un rey patrocinado por el dictador Franco y que han escondido tantas corrupciones. Ahora, estos mismos, son llos que pretenden impulsar la normalidad de una abdicación. Con una finalidad, "ahorrar" a las nuevas generaciones el derecho a legitimar en las urnas la institución monárquica, tal como se lo robaron, a sus padres.


En segundo lugar, ante la trampa abdicación sí, abdicación no, la única salida moderna , progresista y democrática sitúa como preferente la dialéctica monarquía-repúblicas. Es evidente que los partidos dinásticos ni quieren oír hablar (tengo ejemplos de diputados jóvenes del PSOE que cuando se habla hacen una cara como si hablara de la toma de Tetuán!), Lo cual no quiere decir que en otros sectores más minoritarios de la izquierda (IU, por ejemplo) y del republicanismo español las cosas estén más claras.


Y lo digo con conocimiento de causa. Notarán que he escrito Monarquía / Repúblicas, en plural. Ciertamente, la gran pregunta que dirigimos a la izquierda y republicanismo españoles no claudicantes tiene que ver con su voluntad de reconocer y defender en un hipotético proceso constituyente que el sujeto de soberanía recae en las ciudadanías de las distintas naciones del actual Estado español (lo que conlleva el derecho a la secesión). O bien, si optarán por hacer recaer el sujeto de soberanía en el "pueblo español".


Aunque se trata de escenarios hipotéticos, las respuestas no nos son muy favorables. Echa la prueba, si tiene delante un ciudadano español de izquierdas y republicano, pero tiene ocasión, preguntadle: Monarquía o Repúblicas? Acto seguido, posiblemente le cuestionará el plural.


Cabe decir que, este ciudadano, seguro forma parte del conjunto de la buena gente de España que nos quiere bien y con quien hemos compartido históricamente una cultura antifascista y antifranquista.


Desconocemos cómo irá todo ello, sin embargo las evidencias preocupan.

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