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Opinión / Actualidad - Ecología y Medio Ambiente
Escrito por El Salto   
Viernes, 27 de Septiembre de 2019 05:55

La TIerra desde el Apollo 17  En 1979 la ciudad suiza de Ginebra acogía la primera Conferencia Mundial por el Clima. Fue la primera gran cita que tuvo la crisis climática —término aún no acuñado por aquel entonces— como tema central y el primer foro internacional que apuntaba al calentamiento del planeta como una amenaza para la biosfera y la humanidad. Desde entonces todo han sido récords. En 1990 el dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera llegaba a 350 partes por millón (ppm), el límite de seguridad que la comunidad científica señala para que no se produzca un punto de inflexión climatológico. En 2019 hemos llegado a las 415 ppm.

1979 fue también el año en que comenzaron las mediciones por satélite del hielo ártico. Desde entonces, el consenso científico habla de una temporada de deshielo que aumenta en cinco días por década. Eso ha producido otro récord: en los últimos 40 años la extensión mínima del hielo marino ártico se ha reducido en una media de unos 87.000 km2 al año. En 2012 se registraba la banquisa polar ártica más baja conocida: 3,39 millones de km2, cuando en los años 80 la media era de casi 7.000 millones de km2. El hielo ártico desaparece.

Número de huracanes, cantidad e intensidad de las sequías, cambios en las temperaturas máximas… da igual la variable que se mida. Son modificaciones del equilibrio planetario en la biosfera —la esfera que permite la vida— que producen más desequilibrios: desertización, pérdida de agua de los ecosistemas, grupos de especies completos que desaparecen o liberación de gases de efecto invernadero como consecuencia de la descongelación del permafrost de la tundra siberiana o de los cambios de temperatura y acidificación de los océanos, entre otros muchos.

 

En la imagen superior, vista del planeta desde el Apollo 17. Foto: NASA

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Fuente: El salto Diario