«En el Frente Cívico defendemos el derecho de autodeterminación, pero ¿quién lo ha pedido en Cataluña? Nadie, porque eso del derecho a decidir es una concesión al lenguaje blanco de Facebook o Twitter. Y si creen los ciudadanos del cinturón obrero de Barcelona que con la señera van a arreglar el problema de la economía se equivocan, porque el presidente catalán va de la mano de Rajoy en sus políticas económicas».

Julio Anguita no sabe lo que es morderse la lengua. Lo volvió a demostrar en la noche del martes en Sevilla al recorrer política y emocionalmente su «década prodigiosa» como líder alternativo de la izquierda española, un paseo por la década de los 90 para poder enfocar con perspectiva y poso histórico el momento actual, presidido por el envite del nacionalismo catalán.

«La Transición se quitó el problema pero dejó encendida la mecha en la Constitución, porque los expertos aclararon que entre nación y nacionalidad no hay diferencia, así que vamos a asumirlo y a llegar a un pacto federal», propone Anguita, partidario de un Estado unitario que busque esa unidad «desde la solidaridad». Condición sine qua non, el debate sosegado de ideas. Y con compromiso intelectual porque «aquellos que tienen más resolución y capacidad tienen la obligación de no echar más leña al fuego pero también el deber insoslayable de decir la verdad».

Por si queda alguna duda sobre su propuesta (para la que invita a retomar un proyecto pergeñado hace décadas por el ex coordinador general de IU-CA Luis Carlos Rejón, rechazado en su día tanto por nacionalistas catalanes como por vascos), Anguita puntualiza: «Quisiera otra Constitución, pero no cambiarla de la noche a la mañana, porque si eso fuera así ahora mismo la harían los de siempre y lo importante es quién está detrás de las constituciones». Además, aclara que el pueblo español es quien tiene que ser consultado sobre «si cambia la Constitución y reconoce el derecho» a la autodeterminación, con todas las reservas que marca la ONU en varias resoluciones.

El fundador de Izquierda Unida aboga por quemar todas las naves en la defensa de las normas vigentes que no pueden cumplir los gobiernos. «Hemos perdido la guerra, no hablo de una batalla. Pero el adversario de siempre no tiene proyecto alternativo y nosotros tenemos que plantear una nueva misión». Entre ceja y ceja tiene la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Naciones Unidas. «Suspiraríamos por que esos 30 artículos se hubieran cumplido en todo el planeta», exclama lamentando especialmente el desprecio de parte de la izquierda que la tacha de burguesa.

«No se le ha sacado el jugo necesario», concluye Anguita, que cita a modo de ejemplo el artículo 28 de la Declaración, que permite la persecución universal de los criminales de guerra, tan discutida y en entredicho últimamente en España. «¡Bien desaparecidas las fronteras y las banderas nacionales ante la Justicia!», gritó con pura emoción el político cordobés.

Respecto a la crisis económica, se pregunta en voz alta «si tenemos espadas suficientes para deshacer el nudo gordiano», citando al clásico. «Estamos en la civilización occidental, un sistema basado en dos pilares: el capitalismo y democracia representativa, que van unidos, basculando. Pero es que en estos momentos la pata económica está devorando la política, de modo que el poder no puede cumplir ni su propia legalidad».

La solución pasaría por que la depauperada clase media asimile su nuevo rol y asuma políticamente su innegable protagonismo social. Anguita saca pecho como militante de base del PCE y de IU, pero recela de la «mecánica habitual» de los partidos, aconsejando a los andaluces y a los españoles que se pregunten «qué papel» han de jugar estos actores a los que la Constitución les entregó el monopolio de la representación democrática. La disyuntiva es clara: «máquinas electorales» o cauces para proyectos alternativos. Y toca elegir.

En la imagen:  El publicó abarrotó la sede de la Fundación Cajasol para la conferencia de Julio Anguita.

------------

Fuente: El Mundo