Corrupción y política: noticias de un país que no es el suyo |
Opinión / Actualidad - Política |
Escrito por Juan Carlos Monedero |
Sábado, 26 de Enero de 2013 05:50 |
“…Es insultante la ciénaga política en la que está sumido el partido del presidente del Gobierno del Reino de España. La proporción de empresarios de la política en el PP es mayor que en cualquier otro partido. Su basura desborda los cubos de la calle Génova y se ramifica por todo el Estado. Los empresarios de la política, la única llamada que escuchan por las noches es la de la bolsa recién abierta en el otro lado del océano. Las únicas lágrimas reales que corren por su rostro brotan cuando la ciudadanía les interrumpe su reinado. Si insultante es la fosa séptica del PP, la amable connivencia del PSOE de Rubalcaba huele a complicidad…”
En las fases previas a los procesos electorales, sale a tomar el sol y se agita en los zócalos de cada ciudad y pueblo de Villautopía, un lugar común de ese país eterno. Fruto de haber sido imperio pronto y colonia siempre, Villautopía repite su gesto inevitable a ambos lados del Atlántico. Es en ese momento cuando muchos empresarios se muestran decididos a lanzarse a algún cargo público “porque han sentido una llamada de responsabilidad de la patria a la que no pueden desoír sin traicionar su compromiso con el país”.
Por supuesto, el costo final tiene que ser razonablemente cubierto con las expectativas de negocio. Cuando el beneficio prometido es grande, no es tampoco extraño que los costos sean cubiertos por un grupo de empresarios (aunque ese “pool” es también fuente de posteriores disidencias. La probabilidad de que se hagan públicos asuntos vinculados a la corrupción está siempre -siempre- vinculado a gente que denuncia desde dentro porque no le han dado la parte prometida en el acuerdo inicial).
Más de El padrino que de Monstesquieu Cuando estos quehaceres se van consolidando, resulta mucho más económico para los empresarios controlar directamente los partidos. No andaba desencaminado Coppola cuando Vito Corleone manda a su hijo pequeño a continuar la andadura mafiosa en la política. La política “democrática” oficial tiene más que ver con El padrino que con Montesquieu. Al igual que Marx demostró cómo la competencia entre empresarios genera una pérdida creciente del valor (cualquier desarrollo tecnológico que ahorra costos a un empresario concreto termina siendo copiado por los competidores, de manera que cada vez más es el sistema en conjunto quien contrata a menos trabajadores y genera menos beneficio), la competencia entre partidos diluye las ideologías en el agua estancada del “consenso”. Esta lógica es la que lleva a todos los partidos hacia posiciones ideológicas de “centro” (ese lugar donde lo único importante es molestar al menor número posible de votantes). Colofón de esta burocratización del conflicto es la privatización de la política, la relación de simbiosis entre la empresa y las instituciones y la conversión de la militancia en una promesa futura de empleo. En Chavs: la demonización de la clase obrera (Capitán Swing, 2012), Owen Jones recuerda la afirmación de un prominente político de la derecha inglesa: “Lo que debéis comprender sobre el Partido Conservador es que es una coalición de intereses privilegiados. Su principal propósito es defender ese privilegio. Y la manera de ganar elecciones consiste en dar estrictamente lo justo al número suficiente de otras personas”. Pero tranquilos: eso solamente son cosas que ocurren en otros países. Los reyes son los padres y los gobiernos se parecen a los pueblos
En última instancia, si acaso algún juez honrado se sale de las reglas del cártel o algún “arrepentido” pacta con algún grupo enemigo y “canta”, están las maniobras dilatorias de los bufetes de abogados, las prescripciones, las negociaciones internas conducentes al perdón y, en última instancia, los indultos. Ningún político que viva de la política -ninguno- está dispuesto a patear el tablero sobre el que se sostiene su “modus vivendi“. Pueden criticar los excesos, señalar a algún chivo expiatorio -siempre y cuando eso no le lleve a hablar de más- e, incluso, también se da la ocasión de lanzar algún regaño al máximo responsable de construir un escenario de aparente calma y orden -ahí hay que entender los reproches al advenedizo Urdangarín o la petición de disculpas borbónicas por el caso del elefante ajusticiado, la princesa entrometida y la cadera quebradiza, sin que eso haga perder de vista el silencio cómplice sobre los negocios de la Casa Real o la función de catalizador del rey en ese entramado-. Y en eso se le aparecieron a Bárcenas algunas monedas en Suiza
Es más fácil que la ciudadanía esté dispuesta a representar una mojigata rasgadura de vestiduras antes que enfrentar realmente el problema de fondo: que a fuerza de renunciar a la crítica ideológica, hemos mercantilizado la política. ¿Es que no queremos saber que en ese ideal político que son los EEUU todos los senadores son millonarios? ¿Nos olvidamos que los alcaldes corruptos repiten con mayoría absoluta? ¿Toca ahora representar la indignación ante la inmundicia del PP a mayor gloria del olvido de la inmundicia del PSOE o de CiU? ¿Vamos a seguir jugando al péndulo turnista de la política, donde cada lustro nos indignamos con un partido hasta que llegue el momento de indignarse con el siguiente?
Tranquilos que el martes hay partido del siglo Es insultante la ciénaga política en la que está sumido el partido del presidente del Gobierno del Reino de España. La proporción de empresarios de la política en el PP es mayor que en cualquier otro partido. Su basura desborda los cubos de la calle Génova y se ramifica por todo el Estado. Los empresarios de la política, la única llamada que escuchan por las noches es la de la bolsa recién abierta en el otro lado del océano. Las únicas lágrimas reales que corren por su rostro brotan cuando la ciudadanía les interrumpe su reinado. Si insultante es la fosa séptica del PP, la amable connivencia del PSOE de Rubalcaba huele a complicidad. La imagen de España es la del patio de Monipodio, lleno de pícaros, vividores y supervivientes. Los canallas, envalentonados; los honrados, perplejos. Bastaría que hubiera un líder político con coraje para que mañana fueran millones los que saldrían a la calle a decir basta a este pozo de mierda. Pero para que ese líder existiera, haría falta una ciudadanía que lo necesitara. Y los martes hay partido. De futbol. ¿Seguimos dudando que merecemos el gobierno que tenemos? Juan Carlos Monedero es profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid y director del Departamento de Gobierno, Políticas Públicas y Ciudadanía en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales.
---------- Fuente: Constituyentes |