El Museo del prado es revolucionario y republicano Imprimir
Nuestra Memoria - Cultura de la Memoria
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Domingo, 20 de Noviembre de 2011 04:52

Salvamento de los tesoros de El PradoEl Museo del Prado celebra una jornada de puertas abiertas el 19 de noviembre, para conmemorar, dicen sus responsables, el aniversario de su creación ese mismo día de 1819. Lo inaugurado entonces fue el Museo Real de Pinturas, en donde se habían reunido las llamadas colecciones reales, compradas efectivamente por los reyes gracias a los impuestos recaudados a sus hambrientos vasallos. Al rey Fernando VII no le interesaba nada la pintura, por lo que la idea y su ejecución se deben a su esposa de entonces, Isabel de Braganza. Al rey le quedaban unas semanas de absolutismo, por el momento, ya que el 1 de enero de 1820 se alzó en Las Cabezas de San Juan el heroico Rafael de Riego y proclamó la Constitución de 1812, que el rey se vio obligado a jurar, para perjurarla tres años después.

 

El Salvamento de las obras de El Prado   La Revolución Gloriosa de 1868 expulsó de España a su golfísima hija putativa (y tanto) Isabel II, y convirtió el Museo Real de Pinturas en Nacional. Por decretos de la Regencia de fechas 25 de noviembre de 1870 y 22 de marzo de 1872 amplió su nombre como Museo Nacional de Pintura y Escultura, al recoger las obras albergadas en el antiguo Museo de la Trinidad, llamado así por hallarse instalado en el que fuera convento de la Trinidad, al comienzo de la calle de Atocha. Allí se habían ido reuniendo las obras de arte sacadas de los conventos e iglesias en virtud de las leyes desamortizadoras de Mendizábal, casi exclusivamente de temática religiosa.

   Por lo tanto, el llamado desde 1920 Museo del Prado dejó de ser propiedad de los reyes gracias a la Gloriosa Revolución, y puede decirse que como tal existe desde 1872, durante la Regencia del general Serrano.

 
Bombardeado por la aviación nazifascista

 El Prado Bombardeado
   Y si existe todavía es gracias a la II República, que lo libró de las bombas lanzadas por la aviación nazifascista contra el pueblo madrileño, en sus inútiles propósitos de invitarlo a rendirse. Pero Madrid nunca se rindió, tuvo que ser traicionado por los caínes que debían defenderlo para que los rebeldes cercenaran su libertad.

   El Museo se hallaba señalado día y noche, como otros edificios históricos,  monumentos artísticos y hospitales, para evitar que los aviones lanzaran bombas al azar y los dañaran. No por azar, sino con el propósito de destruirlo, para culpar a los republicanos de no salvaguardar el tesoro cultural español, el Museo del Prado fue bombardeado el 16 y el 19 de noviembre de 1936. La techumbre y el exterior sufrieron daños, pero las bombas nazifascistas no penetraron en las salas.

   Hay una obra de Rafael Alberti que tiene como tema esos acontecimientos: Noche de guerra en el Museo del Prado. Su compañera María Teresa León recuerda en su Memoria de la melancolía que ella misma dirigió el traslado de algunos cuadros del monasterio de El Escorial hasta el Museo del Prado, pensando que allí estarían protegidos. El bombardeo demostró que no era así, y por eso el Gobierno presidido por Francisco Largo Caballero tomó la decisión de evacuar los tesoros artísticos del Museo, para librarlos de la barbarie que asolaba Madrid.  Leamos a María Teresa:

 Salvamento de las pinturas del Prado  "Arriba todo el Museo estaba en pie de guerra. Las ventanas habían sido protegidas por maderas y sacos terreros, la larga sala central era como una calle después de una batalla, la huella de los cuadros manchaba de recuerdos melancólicos las paredes desnudas; hasta la luz que bajaba de las cristaleras rotas era funeralmente triste. [...]

   Faltaba madera de entarimar para hacer los cajones de los embalajes y no teníamos camiones, porque cada camión del frente tenía su tarea señalada. Recurrimos al Quinto Regimiento, recurrimos a los ferroviarios. Los ferroviarios se encargaron de traernos la madera de unos almacenes que se habían quedado entre dos fuegos, en el Cerro Negro. El V Regimiento y la Motorizada dieron el transporte y la protección para el camino. [...]

   Pero al pasar el puente de Arganda fue necesario bajar los cuadros y hacerlos cruzar a hombros al otro extremo, pues el andamiaje era demasiado alto. [Citado por la ed. de Bruguera, Barcelona, 1982, pp. 234 ss.]"

Milicianos anónimos, hijos del pueblo, salvaron el mayor tesoro artístico español, evitando su destrucción por las bombas de los militares sublevados y sus patrocinadores alemanes e italianos, que les prestaban sus aviones para que aniquilaran al pueblo con su historia. En total fueron 71 camiones los que trasladaron 1.868 grandes cajas de Madrid a Valencia. Después viajaron a Barcelona, de allí a Perelada, a Figueres, a La Bajol, y al entrar en Francia fueron trasladados a un tren que los condujo hasta Ginebra, al cuidado de la Sociedad de Naciones. 

Una orden de Azaña

   El 18 de junio de 1939 el ya expresidente de la República Manuel Azaña comenzó a escribir una larga carta a su amigo Ángel Ossorio, ambos en el exilio de su patria para preservar su libertad. Entre otras cosas le explicaba:

   Repetidamente le llamé la atención a Negrín: "El Museo del Prado –le dije en una ocasión--, es más importante para España que la República y la monarquía juntas." "No estoy lejos de pensar así", respondió. "Pues calcule usted qué sería si los cuadros desapareciesen o se averiasen gravemente." "Sí: un gran bochorno." "Tendría usted que pegarse un tiro", le repliqué. [Obras completas, vol. VI, Madrid, Ministerio de la Presidencia, 2007, p. 627.] 
   El presidente de la II República Española era un intelectual, un escritor, un hombre culto que trató de cultivar a los españoles, mediante el desarrollo de la educación pública; no lo consiguió con los militares africanistas, ascendidos en la guerra colonial de Marruecos, organizadores de otra guerra que causó la muerte a un millón de españoles a consecuencia del conflicto y la posterior represión, el exilio a otro millón, y la cárcel a los restantes, porque toda España fue una cárcel durante los 36 años de dictadura sanguinaria.

   El dictadorísimo reclamó a la Sociedad de Naciones la devolución de los cuadros que los aviones a su servicio habían tratado de aniquilar, y efectivamente se los entregaron. Una demostración más de la soledad de la República Española, defendida únicamente por la Unión Soviética y México. Esta historia verdadera de España no le interesa recordarla a los historiadores oficiales. Por eso la escribimos.