¿Peligra la corona de Felipe VI? Imprimir
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Raquel Ugarriza   
Martes, 20 de Diciembre de 2011 00:00

Felipe VI Los españoles suspenden por primera vez a la monarquía, mientras PP y PSOE cierran filas con el monarca

  Hasta los sectores menos monárquicos de la sociedad tienen una certeza: Juan Carlos de Borbón morirá siendo rey o abdicará en su heredero por estar incapacitado. La continuidad de la monarquía española de aquí a diez o quince años está asegurada, pese a la bomba nuclear del caso Urdangarin que le ha estallado en las manos, porque los dos partidos mayoritarios que controlan los resortes de poder en el Estado español no quieren oír hablar de una hipotética crisis de la monarquía. Pero el caso de supuesta corrupción que implica a Iñaki Urdangarin, yerno del rey, ha dejado en evidencia los frágiles hilos que atan a los Borbones a la jefatura del Estado. La corona del actual rey no parece peligrar, pero ¿cómo

 afectará el affaire de malversación de fondos por parte de un miembro de la Familia Real al que será, si todo sale como está diseñado, Felipe VI de España?

La debilidad de la monarquía española es bien conocida. Alfonso XIII se exilió en el extranjero cuando las fuerzas republicanas ganaron las elecciones de 1931. En la Transición lo único que daba legitimidad a Juan Carlos de Borbón era el dedo del dictador Francisco Franco. Le designó su heredero y se fue a la tumba dejando "todo atado y bien atado".

La Constitución de 1978 instauró la monarquía parlamentaria como forma de gobierno y dio de esta manera una pátina de legitimación democrática a una institución fuera de toda lógica demócrata por definición. Aunque la implicación del rey español en la trama del intento de golpe de Estado del 23-F aún no está aclarada, su decisión de desautorizar a los golpistas y frenar con ello la intentona dio a Juan Carlos I el carné de buen demócrata que le ha legitimado durante casi 30 años ante buena parte de la opinión pública.

Sólo un 4,89 de confianza

 Pero el inevitable desgaste de su reinado y que las nuevas generaciones perciben su gesta del 23-F como un acontecimiento de la noche de los tiempos pone a la monarquía a los ojos de los jóvenes, esos del movimiento del 15-M y de los cinco millones de parados, como una vetusta institución que solo consume recursos de las arcas públicas y apenas ofrece páginas de papel couché y una anacrónica representación institucional. El desgaste de la imagen de la monarquía española es una constante en los últimos años, más evidente en unos territorios, con un republicanismo sociológico evidente como Euskal Herria o Catalunya, que en otros. Pero lo ocurrido puede hacer entrar en barrena a la monarquía. Es difícil superar que el consorte de una hija del rey, que está en la lista de sucesores al trono, sea sospechoso de haber desviado a sus empresas fondos públicos procedentes de varias administraciones. Es sintomático que en el últimos sondeo del CIS en octubre, antes de estallar el caso Urdangarin, el índice de confianza de los ciudadanos en esta institución era un 4,89, la nota más baja que ha recibido el rey de España en la historia de esos sondeos. En 1995 el grado de confianza de los españoles en el monarca Borbón era del 7,48.

Opinión difícil de remontar

El golpe recibido por las evidencias de que ha existido corrupción puede ser muy grave, a juicio de Alfredo Retortillo, profesor de Ciencia Política de la UPV/EHU y experto en opinión pública: "El apoyo de la monarquía es puramente simbólico, no tiene otra apoyatura material práctica y de la que seguir tirando para alimentar su legitimidad más que la noche del 23-F. Una puesta en cuestión por parte de la opinión pública le afecta de manera más grave que en los casos de corrupción de los partidos políticos. A mí me puede gustar este diputado general u otro, pero no puedo no tenerlo -ejemplifica-. El problema de la monarquía es que la gente se plantea que puede no tenerla, porque es una cuestión simbólica. Si ese símbolo empieza a estar mal visto por cuestiones como la corrupción, podría ponerse en cuestión su propia continuidad", resume el profesor Retortillo.

Ni siquiera considera posible que los mecanismos que habitualmente utiliza la monarquía para mostrar su cara más amable sean capaces de revertir la mala opinión que existe de la Familia Real. "La situación a que se enfrenta la monarquía en el caso de España, y no digamos en Euskadi, es que el pensamiento monárquico es muy débil. En España empieza a plantearse la continuidad de la monarquía, esa institución familiar hereditaria. Existe el juancarlismo, pero de ahí a pasar al felipismo, y no digamos nada lo referido las infantas y sus maridos... Esos golpes de efecto del corazón están cubiertos con otro tipo de líderes mediáticos, del estilo de Belén Esteban. Me parece muy difícil remontar la opinión pública -acentúa Retortillo-. El único que lo tiene en su mano es el propio Juan Carlos, pero lo tiene complicado porque está llegando a la edad de plantearse la continuidad del cargo".

La decadencia del reinado de Juan Carlos, más que evidente por su edad -está a punto de cumplir 74 años-, y sus achaques de salud evidencian las contradicciones de una institución que no puede guardar las esencias de la tradición, con sus princesas de sangre azul, sus matrimonios para toda la vida y un patrimonio sólido alejado de los espurios negocios de la vida moderna. El negocio de los Borbones está en peligro y Felipe, el heredero, ya se tienta la ropa, como ha hecho esta semana saliendo a la palestra para defender la "honestidad y transparencia" de la Fundación Príncipe de Girona que preside.

Felipe, sin los méritos de su padre "El caso Urdangarin ha supuesto atravesar la situación más dura, incómoda y desagradable a la Corona desde que el rey es rey, más incluso que el 23 -F", sentencia Jaime Peñafiel, el popular periodista, especializado en Casas Reales y juancarlista confeso, que no monárquico. "Por lo tanto, la Corona es muy vulnerable. Al que le puede pasar factura es al príncipe Felipe. Ha sido un escándalo de corrupción sideral, que ha afectado al núcleo de la Familia Real, no nos engañemos, porque Urdangarin no es un mero pariente. Ahora, la preocupación que tiene Don Juan Carlos es si los juancarlistas van a ser felipistas cuando llegue el momento, lo que francamente será muy difícil. Felipe heredará los derechos dinásticos, pero no los méritos de su padre".

El temor a que el desprestigio de la Familia Real acabe con arrastrar consigo la monarquía constitucional ha hecho mella en los partidos mayoritarios, el PP y el PSOE, que no traslucen ni una fisura en su defensa numantina de Juan Carlos I como institución y de la monarquía como sistema de gobierno, sin que se atrevan a plantearse unas mínimas reformas que la modernicen. Así lo percibe en Madrid el senador del PNV Iñaki Anasagasti, conocido fajador contra los desmanes borbónicos y autor del libro Una Monarquía protegida por la censura, que generó tanta controversia.

Salvar a la infanta cristina

El incendio del caso Urdangarin es de proporciones descomunales pero los apagafuegos ya están listos con la manguera preparada. "El objetivo es poner a salvo a Felipe de Borbón. Para ello, han decidido ofrecer un poco de carnaza, como es ofrecer transparencia en las cuentas públicas, aunque no van a recocer ningún tipo de autoría de lo que ha pasado. Urdangarin es un simple aficionado de lo que ha podido hacer el rey estos años. Van a tratar de limitar los daños a Urdangarin de manera que no le toque a la infanta Cristina", resume el senador.

En ello están. Al poco de saltar con toda su magnitud el caso a los medios, trascendió que representantes de la casa Real se habían reunido con el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, para tratar sobre la situación procesal en la que queda la infanta Cristina, esposa de Urdangarin, socia de algunas de las empresas investigadas y séptima en la línea sucesoria de la Corona. Lo siguiente que se supo, según publicó El País, es que la Justicia no la va a implicar en el caso y se va a librar de una posible imputación, que se prevé inevitable para su marido.

La decisión de la Zarzuela de separar a Urdangarin de toda actividad de la Familia Real, da una idea de hasta qué punto se ha activado un cordón sanitario alrededor del yerno de Juan Carlos I, con la idea de limitar los daños a su persona. Por detrás se vislumbra la encomienda de preservar ante todo la figura del rey, "garante" de la unidad de España, como se encargó de recordar esta misma semana José Luis Rodríguez Zapatero. Y es que el socialista llegó a un acuerdo con el PP en la pasada legislatura para afrontar tres referéndum constitucionales, entre ellas quitar la primacía del varón sobre la mujer en la sucesión al trono español.

Todo ello ha quedado en agua de borrajas. "Nada de eso se va a hacer para que no haya un referéndum sobre la sucesión, porque se podría convertir en un plebiscito sobre la monarquía", asevera Anasagasti. A su juicio, el siguiente paso será presionar a los medios de comunicación, "sobre todo a los del corazón, para que se corten". La campaña de blanqueo de la Corona ya ha empezado: el diario El País publicaba ayer que en 2007 la Casa Real pidió a Urdangarin que cerrara el entramado empresarial que había urdido y que buscara trabajo en el extranjero, cosa que hizo dos años más tarde al trasladarse a trabajar a Washington como consejero de Telefónica, con un sueldo estimado superior a los 750.000 euros, más otros pluses como una lujosa residencia gratis.

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Fuente: Noticias de Guipuzkoa