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Imperio - Estados Unidos
Escrito por Pablo Iglesias   
Martes, 21 de Enero de 2014 00:00

Obama dice que no quiere espiar más a Merkel.

La cosa tiene sus paradojas y sus ironías si tenemos en cuenta de dónde viene la señora espiada. En la RDA, donde la canciller se formó políticamente en las juventudes comunistas, por lo visto se espiaba mucho. Así nos lo contaba Florian Henckel en “La vida de los otros” y así lo narraba el fascinante Markus Wolf en sus memorias.

 

El mítico jefe de la Stasi, los servicios de inteligencia de la RDA, consiguió que sus agentes se metieran hasta en la cocina de sus enemigos de la Alemania occidental; hasta el secretario personal de Willy Brandt era uno de los hombres de Wolf. Teniendo en cuenta que el presidente de Rusia viene del KGB, cabría preguntarse si Merkel no estuvo también en la Stasi. Pero las paradojas siguen dando vueltas. Nos quisieron convencer de que espiar era cosa de soviéticos y alemanes del Este pero Wikileaks y la soldado Manning han hecho que, al lado de los estadounidenses, los espías del KGB y de la Stasi parezcan aficionados. Uno ya no sabe de quien fiarse.

Sin embargo, en esta delirante situación conviene recordar la lección al mundo que dieron los bolcheviques y el presidente Woodrow Wilson hace casi un siglo. En noviembre de 1917 el nuevo gobierno soviético hizo públicos todos los tratados secretos firmados por el régimen zarista y declaró que la diplomacia secreta y el espionaje eran instrumentos infames. Poco después el presidente estadounidense dijo que los pueblos no podían ser tratados como simples objetos e incluyó, en sus famosos 14 puntos, la abolición de la diplomacia secreta.

Algunos dirán que los bolcheviques y Wilson o eran unos ingenuos o eran unos hipócritas, a la vista de que todo Estado termina necesitando de servicios secretos, de espías y de gestiones diplomáticas inconfesables. Pero la cómica imagen de presidentes saludándose al tiempo que reconocen que se espían quizá deba hacernos pensar que incluso en la geopolítica debe haber ciertas reglas que sirvan al menos para mantener una mínima credibilidad.

 

Pablo Iglesias es Profesor de Ciencia Política en la Complutense. Es presentador de La Tuerka (PúblicoTV) y Fort Apache (HispanTV), bloguero en Público.es y comentarista político en varios programas de televisión.

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Fuente: theobjective.com