La masiva movilización de los agricultores españoles Imprimir
Opinión / Actualidad - Ecología y Medio Ambiente
Escrito por Raúl Martí Pérez   
Martes, 03 de Marzo de 2020 06:08

Estamos asistiendo a una protesta de agricultores nunca antes vista en España.

El problema surge porque mientras estemos en una sociedad capitalista, resulta imposible limitar a los compradores mayoristas de productos agrícolas su margen de beneficio por más elevado, insultante y leonino que sea, porque supondría un ataque frontal al sacrosanto derecho de propiedad, y a la no menos inviolable ley de la oferta y la demanda.

Como tampoco se pueden restringir las importaciones de productos agrícolas de bajo coste procedentes de terceros países,  logrados a base de sueldos más bajos y peores condiciones sanitarias.

Manifestaba un dirigente agrario hace algunos días que con el salario de un trabajador del campo en España se paga a 8 trabajadores marroquíes. ¿Pero a quien se le ocurriría prohibir vender en España a empresas como Zara , Primark, Adidas, Apple y tantas otras que fabrican en el sudeste asiático? A ninguna, lo que obliga a los agricultores españoles, les guste o no, a competir necesariamente en ese campo de juego y con esas reglas.

La tradición y el individualismo, han funcionado como inercias mentales lastrando la obligada renovación y modernización de los procedimientos e instalaciones agrícolas. Frente a la unidad y fortaleza del sector comercializador de los Mercadonas, Carrefour, Dia, Lidl, Eroski, etc., los productores se han presentado divididos, atomizados y enfrentados, confirmando la veracidad del “divide y vencerás”.

La creación de cooperativas  – muy extendida en otros países europeos -, ha tenido escaso éxito en España, y eso ha arruinado las economías de escala, impidiendo  a los pequeños agricultores disponer de mayores capitales y capacidad de intervención y negociación en el mercado alimentario. Las cooperativas  permiten a los socios  contar con  recursos para mejorar la tecnología: adquirir maquinaria moderna, semillas, abonos y pesticidas a precios más ventajosos, contratar técnicos y especialistas, realizar cursos de formación, modernizar métodos, cultivos, siembra,  recolección…

Además del individualismo secular del campo español, el Estado ha sido el otro gran ausente y responsable de su atraso, al dejarlo abandonado a su suerte, a merced del mercado. Su economía, su población y sus problemas, han sido para el poder político un mundo aparte, al que consideran un mero granero de votos.

Por otra parte, las nuevas tecnologías  pueden tener tanto una influencia positiva como perjudicial sobre las labores agrícolas. Veamos un ejemplo de lo primero. La superficie de Holanda (41.543 Km2), es similar a la de Aragón (47.720 Km2). A su reducido tamaño hay que añadir que mientras que el clima de España favorece los cultivos, en los Países Bajos sucede lo contrario. Sin embargo, por valor de la producción agrícola exportada, los Países Bajos ocupan el segundo lugar del mundo, superados tan solo por Estados Unidos.

Y no solo eso, sino que exportan  más alimentos que España y Francia juntos, y con métodos sostenibles. Han desarrollado tomateras de 14 metros de altura que rinden 75 kgs. por m2, y la producción holandesa de vegetales y hortalizas (pimientos, calabacines, tomates, alcachofas, berenjenas, espinacas, zanahorias, etc.) compite de tú a tú con la andaluza y la levantina.

¿Cómo es posible? ¿cómo han conseguido obrar este milagro? Con:

  • Invernaderos inteligentes de doble techo de cristal para aprovechar la luz del día
  • Iluminación alimentada por paneles solares durante la noche
  • Cultivos hidropónicos
  • Dosificación del agua, de la temperatura, de los nutrientes, etc.

Unos avances tecnológicos que hacen que España pueda llegar a perder sus  ventajas competitivas naturales. Se trata por supuesto de un planteamiento técnico que requiere importantes inversiones  y decidido apoyo gubernamental. Los Países Bajos han hecho realidad el lema de que “cuando alguien dice que algo no puede hacerse, se expone a ser interrumpido por alguien que ya lo está haciendo”.

Si España, primero frente a la Unión Europea, y después frente a Asia, perdió su capacidad fabril exportadora de productos industriales, todavía puede compensarla hasta cierto punto dotándose de nuevas capacidades agrícolas que aporten mayor valor añadido. Holanda lo ha hecho,  y no solo con productos agrícolas, sino  con actividades agropecuarias derivadas: quesos, productos de vacuno, miel, salsas, etc., que le permiten exportar frutas procesadas hasta a países africanos.

La PAC (Politica Agraria Comunitaria) ha supuesto un freno y un factor de estancamiento para la agricultura española. Desde arrancar cepas, hasta limitar la producción de leche nacional y multar a los infractores (como sucede en Galicia), o aplicar una política olivarera que beneficia a las empresas italianas que compran aceite español y lo exportan como cosechado en Italia, los hechos lo avalan. Y todo ello a cambio de sobrevivir penosamente a base de subsidios y de trasgénicos.

Un plan nacional de desarrollo de la agricultura española sobre bases sanas ha de incluir forzosamente una revisión de su relación con la Unión Europea. Y la Universidad también debería implicarse en esta batalla por la reestructuración del sector, para acabar con esa España interior despoblada, evitando que su alimentación quede en manos de  multinacionales.

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Fuente: Blog de Andrés Herrero