"Me dijo 'No se lo puedes contar a nadie' (…) 'Tus papás se pueden morir' (…) 'Hoy vamos a hacer una cosa que no se la puedes decir a nadie' (…) Se subió los hábitos, me puso la cosa en la boca, me empezó a escurrir una cosa asquerosa por la boca, porque el tío lo consiguió, desde luego, me toqueteó lo que quiso, me hizo ponerme de espaldas, y por la espalda también me hizo, y cuando terminó me dijo que era asquerosa, que dios me iba a castigar por eso". La entonces niña Dolores Zamorano, que ya es mujer madura, todavía no ha empezado a llorar cuando narra su experiencia infantil con el sacerdote católico que la preparaba para su Primera Comunión.