El perro de Guernika PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - La Guerra Civil
Escrito por Félix Población   
Martes, 28 de Abril de 2020 00:00

26 de abril de 1937
 
Es muy posible que Pablo Picasso desconociera la fotografía que ilustra este comentario. De lo contrario no entiendo que eludiera de su Guernika la figura del perro, ese perro en medio de la desolación de la ciudad bombardeada. Sobre todo sabiendo, como se sabe, que al pintor le encantaban los perros.

Sí aparecen en la pintura, como es sabido, un toro, que para el artista simbolizaba la brutalidad y la oscuridad. También vemos una paloma con el ala caída -como la propia paz rota- y la cabeza girada hacia arriba, y un caballo, en el centro de la composición, junto a la paloma y el toro. Al caballo lo atraviesa una lanza, muestra la boca abierta y una lengua en punta, con la cabeza vuelta hacia la izquierda.

También hay una yegua junto a una mujer arrodillada que está herida. El resto de figuras son una madre con el hijo muerto, un guerrero igualmente exangüe con la espada partida, una bombilla central que parece simbolizar una bomba, otra mujer que empuña un quinqué con los ojos extraviados, una casa ardiendo y un hombre que mira al cielo, no se sabe si con pavor ante el bombardeo o con fervor implorante.

No encontramos al perro de Guernika en el Guernika de Picasso, y tengo casi el total convencimiento -por lo que sé del pintor a través de versiones muy próximas al artista- de que, de haber conocido ese documento gráfico, el Guernika también tendría su perro, que luego los expertos identificarían con el que aparece en la imagen y al que se le presume una mirada abatida y huérfana de caricias, como la que todo su cuerpo y actitud apuntan ante la magnitud de la masacre.

Se ha dicho del caballo que ocupa el centro del cuadro de Picasso que simboliza el sufrimiento de los inocentes, al igual que le ocurre al caballo de los Desastres de Goya atacado por una jauría de lobos. De haber captado el pintor malagueño la sensación que transmite ese perro de Guernika le habríamos encontrado un antecedente en el descorazonador perro semihundido, también del genial pintor aragonés, que tanto me impresionó la primera vez que entré el Museo del Prado a los diez años. Rafael Canogar le da ese perro goyesco el carácter de primera obra simbolista de Occidente.

A mi juicio no le vendría mal a la emblemática y ensalzada pintura picassiana una ráfaga del sentimiento que contra la barbarie protagoniza la figura solitaria y abandonada del perro en esa fotografía, entre la polvareda de los escombros y los llantos de dolor o agonía de las víctimas.

Otras ciudades fueron igualmente bombardeadas en España por la aviación nazi-fascista que apoyó al general Franco, pero fue la villa de Guernika, a la postre, la que representaría sobre todo el horror de la primera guerra que tuvo a la población civil como objetivo militar, no en vano allí se encontraba y permanece el roble que es símbolo de las libertades vascas.

"Ante Dios y ante la Historia que a todos nos ha de juzgar, afirmo -dejó escrito José Antonio Aguirre, presidente del gobierno de Euskadi- que durante tres horas y media los aviones alemanes bombardearon con saña desconocida la población civil indefensa de la histórica villa de Gernika reduciéndola a cenizas, persiguiendo con el fuego de ametralladora a mujeres y niños, que han perecido en gran número, huyendo los demás alocados por el terror".

En medio de esa locura de llanto y muerte, un perro en la ciudad en ruinas parece husmear la devastación de pulso humano que se respira en sus calles.

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Fuente: Diario del aire