España, centro de operaciones de Gladio (1) Imprimir
Nuestra Memoria - franquismo y represión
Escrito por Urania   
Miércoles, 11 de Febrero de 2015 00:00

operacióngladio La CIA dirige el régimen franquista

El régimen de Francisco Franco fue un aliado, estratégico (militar y, por supuesto, también político), de EEUU y Europa Occidental, continentes donde se estilaban (y se estilan) unas democracias capitalistas, consolidadas a golpe de fascismo blando y poder financiero. El gran historiador suizo Daniele Ganser refiere esta idílica relación entre la España fascista de Franco y las democracias ‘avanzadas’ occidentales en su libro Los Ejércitos Secretos de la OTAN, en concreto en su capítulo 8 llamado La guerra Secreta en España.

 

  Washington y Londres, que no habían tenido el menor escrúpulo en permitir que el general Franco acabara con la República Española, tampoco tuvieron el menor reparo en establecer una alianza con el Caudillo, sentencia, con toda lógica, Ganser. Recordemos, por fijar una analogía, que con la dictadura chilena de Pinochet (y las de Videla, Hugo Bánzer o Stroessner) sucedió exactamente lo mismo. EEUU y Europa, para guardar las formas, acogieron (en particular, el continente europeo) a muchos exiliados antifascistas del continente latinoamericano (aunque mayoritariamente recalaron en países del bloque del Este, como la RDA) pero, por otra parte, apoyaban (directamente, en el caso de EEUU), y encubiertamente Europa, a las dictaduras militares del Cono Sur, aportando de sus servicios de inteligencia mercenarios terroristas de Gladio para combatir y exterminar a los opositores a esas dictaduras (por ejemplo, el conocido criminal ultraderechista de Gladio Stefano Delle Chiae o el agente de la CIA y el BND, el conocido nazi Klaus Barbie.

Pero volviendo a España, las alianzas de las democracias pluripartidistas  “libres” con el jefe nacionalcatólico español tuvieron su máxima expresión en los acuerdos con EEUU por los que Franco puso a disposición del presidente norteamericano, el ex general de la II Guerra Mundial Dwight Eisenhower, el territorio español, ese que creía el dictador que era de su total exclusividad cortijera, acordando en 1953 que el imperio gobernase conjuntamente con su régimen fascista, mediante la implantación de bases militares en suelo español y misiles a cambio de recibir unas migajas tecnológicas y ayuda económica. Quién lo iba a decir, un dictadorzuelo nepotista nombrado por la gracia de Dios se había convertido en un pelele en manos de EEUU. Al final el pragmatismo era más importante que la ideología, al menos en las relaciones exteriores. Una ideología que, por otra parte, no era, ni mucho menos, una barrera infranqueable entre ambos países ya que ambos profesaban la misma fe anticomunista y al imperio le venía de perlas tener una plataforma-lanzadera para iniciar el asalto al Oriente Medio, la Europa socialista y el Oriente Próximo. Los ya entonces amplios tentáculos de la organización de espionaje estadounidense (la CIA) controlaba al dedillo al régimen, como señala el historiador Ganser: el jefe de la estación local de la CIA y su equipo de acción clandestina seguían de cerca la vida política española y la moldeaban. Las ocasionales protestas oficiales contra la dictadura franquista, en una Europa dominada por socialdemócratas y cristiano-demócratas, eran más artificio y puro teatro que otra cosa, mientras en las calles europeas los manifestantes antifascistas eran la única voz verdaderamente discordante contra el régimen del 18 de julio.

A mediados de los años sesenta del siglo XX, en la España franquista del “desarrollismo” y los tecnócratas del Opus Dei, elementos terroristas de la  red Gladio creada por la OTAN (con la supervisión directa de la CIA y la colaboración estrecha de los servicios de inteligencia occidentales europeos) empezaron a recibir instrucción, armas y entrenamiento, aunque en realidad fue en los años cuarenta cuando la base original del Gladio español, (la más conocida en Las Palmas de Gran Canaria), se estableció en España. Actividades clandestinas que se cree se extendieron hasta mediados de los años setenta, probablemente cuando la dictadura franquista tocó su fin y la impunidad era más difícil (sólo teóricamente) de salvaguardar con una democracia formal porque, al fin y al cabo, estaba siendo tutelada por uno de los principales gestores de Gladio (EEUU). En la mencionada base secreta de Las Palmas de Gran Canaria, miembros de la CIA o servicios paralelos de la misma, adiestraban a células terroristas de extrema derecha para la comisión de futuros atentados en Europa y también en España, además de ejecutar operaciones de desestabilización e infiltración en organizaciones de izquierda para proceder a su manipulación.

Según Daniele Ganser, las confesiones de un miembro del servicio militar secreto belga, André Moyen, pusieron de relieve que agentes españoles de la inteligencia militar franquista habían estado implicados totalmente en el manejo de la red española de Gladio. El mismo Moyen había participado directamente en la Operación Gladio y en misiones secretas contra los partidos comunistas de numerosos países. Un testimonio de gran valor, el de Moyen, ya que afirma que nada más terminar la II Guerra mundial, varios países europeos occidentales comenzaron a elaborar estrategias destinadas a impedir que los comunistas lograran llegar al poder. Gladio había empezado a tomar forma más de veinte años atrás de la primera acción terrorista oficial conocida de los “ejércitos secretos” (la bomba colocada en la Piazza Fontana de Milán, en 1969). En países como Italia, en los años cuarenta, por ejemplo, la mafia recibió el “encargo” de la inteligencia occidental y los servicios secretos italianos, de asesinar a sindicalistas (la masacre de Portella Della Ginestra, Palermo, 1947, donde fueron acribillados, incluso, mujeres y niños) y, con ello  cercenar su influencia en regiones italianas que luego fueron feudo de las familias mafiosas de turno, quienes actuaban (y actúan) cotidianamente en coordinación con el Estado italiano (la democracia cristiana) o la iglesia católica.

La relación de Moyen con España se remonta a los años cuarenta cuando fue enviado a Canarias para investigar un fraude de combustible. Según Moyen, el fraude beneficiaba al régimen del dictador y, según sus palabras, los servicios secretos belgas descubrieron, como añadido del pastel principal, un importante tráfico de drogas. Lo que nunca se llegó a saber es si se trataba de farlopa o cocaína para consumo personal del Caudillo. En cualquier caso, Daniele Ganser no tiene dudas: el ejército y los servicios secretos españoles prosperaron fuera de todo control y se dedicaron al tráfico de armas y de estupefacientes.

En Las Palmas, como se ha dicho, ya operaba una red terrorista de Gladio desde 1948 (en plena época de autarquía, racionamiento y máxima represión del régimen), y los servicios secretos de la dictadura eran piezas angulares en la captación y reclutamiento de células terroristas de ese Gladio, llamémosle primigenio. Moyen se preguntaba, extrañado, el por qué esos agentes no fueron investigados, con posterioridad, por sus “operaciones negras”, cuando estuvieron muy al tanto de todo el engranaje de Gladio. La respuesta es muy sencilla. Porque hubo borrón y cuenta nueva con la dictadura. Porque sus más notorios criminales fueron cobijados a resguardo de cualquier contingencia en la nueva democracia orgánica de la CIA. Porque los mismos que represaliaban a los auténticos opositores antifranquistas luego transmutaron, convenientemente, a demócratas, premiando a los que parasitaban en las cloacas de Estado franquistas mediante ascensos militares, judiciales o policiales o habilitando para ellos puestos destacados en grandes empresas privadas. E incluso siguieron encabezando la represión en plena democraCIA contra trabajadores y estudiantes. Aquí, al contrario que en otros países, no sólo no se investigaron las alcantarillas franquistas sino que impulsaron deliberadamente su olvido.

Carrero Blanco: De enlace de la CIA y Gladio a caído en desgracia en Washington

Henry Kissinger y Carrero Blanco en 1973. Al día siguiente ETA "vuela" a Carrero

Henry Kissinger y Carrero Blanco en 1973. Al día siguiente de este encuentro ETA “voló” a Carrero

El golpe más audaz y espectacular de la organización ETA, durante la dictadura franquista fue, según cuenta la historia oficial, la llamada Operación Ogro o, lo que es lo mismo, el asesinato del almirante Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno franquista. ETA consiguió volar el coche del entonces presidente del gobierno, el 20 de diciembre de 1973, mediante la colocación de un potente explosivo (muy probablemente militar) situado debajo del asfalto, en la calle madrileña de Claudio Coello, donde previamente el comando de ETA había construido un túnel. La potencia de la explosión fue tal que elevó el vehículo por encima de 35 metros hasta caer en el patio de un edificio propiedad de los jesuitas, muriendo tanto el Almirante como el conductor del vehículo y su escolta. Carrero era un ultraconservador del régimen, refractario a cualquier cambio, supernumerario del Opus y devoto católico a machamartillo, pero también tenía escaso o nulo apego a ser dirigido por las élites político-militares norteamericanas. Ganser retrata, a pesar de todo, a Carrero Blanco como el enlace del régimen franquista con la CIA.

Es indudable que el aparato represivo creado por Carrero (antes el OCN y luego el SECED) tuvo vínculos con los ejércitos terroristas de Gladio y fue utilizado como una suerte de experimento de terrorismo de Estado a baja intensidad con el objetivo de perseguir a la disidencia en las universidades españolas y en otros frentes, incluidos los sindicales. Siendo el instrumento represor de Carrero una pieza perfecta para los objetivos e intereses de la CIA a la hora de controlar a los movimientos comunistas e izquierdistas españoles ¿por qué cayó en desgracia Carrero Blanco para EEUU?. La historiografía oficial dice que ETA fue la autora, material, del magnicidio contra Carrero. Esto parece indubitable, pero hay investigaciones y testimonios de gran valor que afirman que la CIA fue la que estuvo detrás (como ideóloga) del atentado, utilizando a ETA como un “intermediario militar ejecutor”.

Carrero Blanco era el que estaba destinado a continuar con el régimen franquista, ya sin Franco, por lo que muchos agradecieron a ETA (con la boca muy pequeña o en “petit comité”, eso sí) el trabajo de haber liquidado definitivamente el continuismo franquista y dar paso a la transición a la democracia de la mano…de otro franquista, pero pro-norteamericano y favorable a la instauración del multipartidismo político: el entonces Príncipe Juan Carlos, designado por Franco como su sucesor en 1969. Pero la historia oficial tiene otros reversos políticos desconocidos para el gran público que demuestran que la realidad fue otra muy distinta. Se sabe que Carrero era un firme opositor a renegociar las bases militares estadounidenses y también era reacio a la entrada de España en la OTAN, se había negado a que EEUU dispusiera sus bases para servirlas de lanzadera en apoyo de Isreal en la guerra del Yon Kippur y había mostrado su deseo de cooperar con Francia en materia nuclear, sin contar con EEUU.

El ultra Carrero no estaba por la labor de estar bajo el tutelaje estadounidense a cualquier precio y tampoco por favorecer, de ninguna de las maneras, el aperturismo político en España, algo que disgustó profundamente al imperio. Yo, sinceramente, dudo mucho que a los halcones de Washington les importara realmente la legalización de los partidos políticos en España ya que lo que realmente quería EEUU era conservar sus intereses geoestratégicos, creando en España una democracia de fachada hecha a su imagen y semejanza (bipartidista, monocolor, con cero discrepancias de los partidos mayoritarios en política exterior) y en la que quedaran excluidos totalmente de la vida política, por las buenas o por las malas, tanto el PCE como otras formaciones de izquierda antiamericanas. Carrero era, pues, de la línea dura del régimen. Tras la visita del genocida Kissinger a Madrid, el día anterior al atentado, para entrevistarse con Carrero, éste se mantuvo inflexible en sus posiciones. Al día siguiente ETA ejecutó a Carrero.

No obstante, las dudas-interrogantes que surgen son muchas y variadas: si Carrero cede a las presiones norteamericanas ¿se hubiera ejecutado al día siguiente la Operación Ogro? ETA ya había construido el túnel para la colocación del explosivo militar facilitado, supuestamente, por la CIA. ¿Hubieran cancelado la operación y los miembros de ETA hubieran sido detenidos por unas FSE franquistas que, según se afirma en varios libros de investigación, habían hecho la vista gorda con el comando Txikia? ¿Qué hubiera hecho ETA? ¿Secuestrar a Carrero como tenía proyectado originalmente? ¿Entonces para qué construyó el túnel sino era con objeto de hacer saltar por los aires a Carrero? La CIA, de ser la inductora del magnicidio, debería haber tenido muy preparado de antemano el mismo. Nada se improvisa de un día para otro. Parece, no obstante, que sin el apoyo de la CIA resulta imposible que, estando sus miembros controlados policialmente, hubieran podido llevar a buen término cualquier operación de ejecutar al entonces presidente del Gobierno. Según el testimonio de Eva Forest (la mujer del dramaturgo Alfonso Sastre), entonces integrante de ETA-militar y del comando que “voló” a Carrero “la idea de matar a Carrero Blanco fue “sugerida a ETA por personas ajenas a la organización. Algunas de ellas eran extranjeras”.

Según Forest, José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala (el jefe del comando Txikia de ETA en Madrid) fue el receptor de la información sobre los movimientos de Carrero, gracias a un sobre que le entregó un personaje (casi de película de espías, pero real como la vida misma), en el hotel Mindanao de Madrid, muy probablemente un agregado de la CIA en la embajada norteamericana de Madrid o un topo del SECED, el servicio de espionaje de Carrero. ¿Cómo iba a saber ETA los trayectos diarios, exactos, de todo un presidente del gobierno franquista sino a través de alguien cercano a los servicios de seguridad de Carrero o la inteligencia exterior? Lo que sí demuestran estos hechos es cómo ETA (y otras organizaciones similares europeas de la izquierda radical) habría estado infiltrada y manipulada a lo largo de su historia por los servicios de inteligencia, tanto extranjeros (CIA) como españoles (CESID, hoy CNI).

El doble juego, en este último sentido, puede haber sido verdaderamente macabro: por una parte, los aparatos del Estado-agencias de espionaje es muy probable que hayan utilizado como un guiñapo a ETA para la ejecución de determinadas acciones (la más notoria, la de Carrero) y por otra se han valido de mercenarios terroristas del GAL-Gladio para asesinarles, mientras ETA actuaba autónomamente realizando atentados contra miembros de las FSE, políticos o el Ejército español, creando una artificial dinámica acción-reacción-represión que interesaba mantener viva a los conspiradores que operaban desde las cloacas del Estado, con conocimiento, lógico, de alguien situado más “arriba”. Durante años, se ha oído en algunos mentideros políticos relevantes (Julio Anguita), que ETA ha estado “controlada” desde los aparatos de inteligencia españoles. Y el ex líder comunista andaluz no es, precisamente, alguien que fabule a las primeras de cambio.

En cualquier caso, ejecutado Carrero, Gladio siguió su curso natural, con o sin democraCIA. Es más, la actividad terrorista de Gladio en España cobró la máxima importancia precisamente a la muerte del dictador, durante la “transición”, donde había que abortar cualquier auge de la izquierda antifascista y anti-OTAN. No había margen para la sorpresa: el felipismo de Suresnes, el carrillismo y los travestidos falangistas del Movimiento pactaron con la CIA el modelo de democracia que EEUU tenía diseñada para España.

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Fuente: Urania en Berlín