Segundo (y tercero) rescate bancario Imprimir
Opinión / Actualidad - Economía
Escrito por Hugo Martínez Abarca / Tercera Información   

Zapatero al servicio de los mercados. Privatiza las Cajas de AhorrosvDos reformas se ponen sobre la mesa como si fueran urgentes. La reforma de las pensiones consistente en que bajarán las pensiones públicas que cobraremos a cambio de que empecemos a cobrarlas más tarde (quieren que cobremos menos durante menos tiempo) y la reforma de las cajas de ahorros consistente en imponerles en plena crisis unas nuevas condiciones que no puedan alcanzar inmediatamente, darles dinero público para mejorar su situación y que cumplan tales condiciones a cambio de que se conviertan en bancos privados.

  

 

LAmbas medidas coinciden no sólo en el tiempo sino en beneficiarios y víctimas. Las víctimas de que las pensiones públicas bajen somos toda la ciudadanía, es una obviedad difícil de discutir. Las víctimas de privatizar las cajas y convertirlas en bancos privados también: aunque sólo fuera porque su privatización impide que futuros cambios políticos hagan de las cajas algo parecido a la banca pública que necesitamos. Los beneficiarios son en ambos casos los bancos. Al reducir la previsión de pensiones a largo plazo quienes puedan permitírselo irán sin dudarlo a la sucursal más cercana a abrirse un plan de pensiones (una parte de los ingresos del banco irá a financiar informes que expliquen la necesidad de nuevos recortes en pensiones públicas, informes de los que igual podemos hablar mañana).

 Por eso una reforma supuestamente tan urgente no se hace inmediata sino que se difiere en el tiempo: una persona de 64 años que vea que su pensión va a menguar sólo puede estar jodida y en el mejor de los casos protestar; una persona de 40 años puede estar jodida y protestar, pero también puede empezar a dar su dinero a un banco para que le dé en el futuro lo que le ha quitado el gobierno. Así que la pensión con la que hay que asustar es la del cuarentón.

Con las cajas de ahorro la propuesta de reforma sin la compañía de dimisiones a mansalva es de risa. Apenas hace unos meses ya hicieron una reforma de las cajas de ahorros consistente en desterritorializarlas, permitir que el capital privado obtuviera poder de decisión en las cajas, concentrarlas y ayudar con dinero público a miles de despidos y prejubilaciones (sí, mientras estamos diciendo que hay que jubilarse más tarde). Aquella reforma de ayer mismo nos costó 30.000 millones de euros de distribución opaca. Todavía no se ha ejecutado el paso anterior hacia la bancarización de las cajas de ahorros cuando ya están dando el siguiente ¿y definitivo? consistente en regalárselas con un lacito a los bancos. Si la anterior reforma hubiera tenido por objeto salvar a las cajas, ¿no sería prudente esperar a ver su resultado antes de darla por fracasada y dar nuevos pasos hacia el fin de las cajas de ahorro? Sólo se comprende la urgencia si el objetivo no es salvar las cajas, sino salvar a los bancos dándoles este regalito; un objetivo que comparte esa reforma de las pensiones.

Claro que hace falta una reforma de las pensiones: su cuantía es ridícula e indigna en la mayoría de los casos, las no contributivas no deberían salir de la Seguridad Social, etc. Y también una reforma de las cajas de ahorro, cuyos objetivos y prácticas son demasiado difíciles de distinguir de los de la banca privada. Pero lo que el gobierno pretende no son reformas de las pensiones ni de las cajas, sino rescates de los bancos poniendo los derechos y la propiedad pública a su servicio. Tampoco estamos dando hermosa confianza a los mercados: lo que les estamos dando es nuestro vil metal, nuestro dinero, nuestro patrimonio, nuestros derechos. En Irlanda presumían de la solidez de su banca por el resultado de unos stress tests estupendos; a las pocas semanas Irlanda caía por el agujero que tenían sus bancos y que el Estado había cubierto con dinero público. Tanta urgencia en rescatar a los bancos a tan alto coste debería ponernos en guardia.

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Fuente:

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