No hay quien lo entienda. El 18 de junio el todavía coordinador federal de la presunta Izquierda Unida, Cayo Lara, causante del mayor descalabro electoral sufrido por la coalición, viajó a Extremadura con una maleta llena de rayos y truenos. Los lanzó contra los tres parlamentarios electos en los comicios del 22 de mayo por la coalición, Pedro Escobar, Alejandro Nogales y Víctor Casco, porque no acatan sus contradictorias instrucciones, que ni él mismo debe de entender.   Los tres alegan que deben cumplir la voluntad de los militantes de IU de Extremadura, expresada en el Consejo Político celebrado el día 19: acordaron abstenerse en la votación para elegir al presidente de la Comunidad. Con ello se cumplirá el deseo mayoritario de los votantes extremeños, que han dado su confianza al partido que dice ser Popular, como castigo a la política gubernamental.

   Esto sucede porque el partido Pseudo Socialista Obrero de Extremadura ha machacado a IU en los años de su prepotencia parlamentaria. Ahora mismo ese partido utiliza soeces y rastreros insultos para referirse a los parlamentarios electos de IU: valga como ejemplo el calificativo denigrante de "Pedro Frankestein Escobar" para uno de ellos. Los hay peores, pero da asco citarlos.

   Pues Cayo Lara los amenaza con la expulsión, si no votan al candidato del partido Pseudo Socialista, para conseguir así un gobierno progresista en Extremadura. Ha olvidado que se pasó la campaña electoral afirmando que la política de los que se dicen socialistas y la de los que presumen de populares es idéntica. Y eso es verdad.

   Pues bien: el 22 de junio IU votó en el Congreso de los Diputados en contra del decretazo gubernamental del partido Pseudo Socialista Obrero Español sobre negociación colectiva. Lo mismo que hicieron los presuntos populares. Ese día se manifestaban por las calles madrileñas los dos sindicatos de clase mayoritarios, la Unión General de Trabajadores vinculada al partido PSOE, y las Comisiones Obreras vinculadas a Izquierda Unida, para protestar contra ese decretazo y contra toda la legislación económica y laboral del Gobierno servidor del capitalismo más feroz.

   La única explicación de esta disonancia es que Cayo Lara padece esquizofrenia, una enfermedad psíquica que escinde el yo en dos o más personalidades. Así hay un Cayo Lara que postula el sometimiento al partido PSOE, y otro Cayo Lara se opone a las decisiones del partido PSOE. Los militantes no lo soportan: el día 15 abandonó la coalición Inés Sabanés, la voz de IU en Madrid, respetada y querida por los militantes, harta de las inconsecuencias de todos los yos de Cayo Lara.

   Cayo, sustituyó en el cargo de coordinador federal de la coalición a Gaspar Llamazares, licenciado en Medicina por la Universidad de Oviedo, y máster de salud pública por la de La Habana, que es diputado por IU y vota en el Congreso contra la mala política del Gobierno. ¿A qué espera para diagnosticar la esquizofrenia de su sucesor, y hacerlo internar en un manicomio? Ahora que todavía quedan militantes es el momento; dentro de poco será tarde.