El LXXII "Desfile de la Victoria" tuvo un mal marco Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Lunes, 30 de Mayo de 2011 00:00

Siguiendo la costumbre iniciada por el dictadorísimo el 20 de mayo de 1939, y repetida cada año desde entonces, este 29 de mayo de 2011 se ha celebrado el LXXII Desfile de la Victoria, bajo la bandera bicolor adoptada por los militares monárquicos sublevados contra la República y su enseña de tres colores.

 

   Lo ha presidido su majestad el rey católico nuestro señor, sucesor designado por el dictadorísimo. Lucía su nuevo uniforme, porque ha habido que renovarle todo el vestuario tras la intervención quirúrgica del tumor sin importancia. Aunque se hallaba manifiestamente bamboleante, es el primer soldado de España, según afirmó la ministra de Defensa, generalísima Chacón, alias La Niña de la OTAN.   Precisamente la Organización Terrorista del Atlántico Norte ocupaba las primeras informaciones en medios de casi todo el planeta, por haber bombardeado una aldea en Afganistán y causado la muerte a doce niños y dos mujeres, y heridas graves a otros varios civiles. Allí están tropas españolas luchando contra estos terribles enemigos, lo mismo que en Libia, en donde también se llora a los niños y mujeres masacrados por los bombardeos de la OTAN. Mientras las tropas españoles sirven los intereses del imperialismo gringo en esos países, la generalísima preside desfiles. 

   La inmensa mayoría de los malagueños, según nos cuenta un correligionario, ha preferido no enterarse de que las tropas entraban nuevamente en su tierra bajo la bandera bicolor de la rebelión. Recuerdan el salvaje asedio que sufrió la ciudad del 3 al 7 de febrero de 1937 por tropas italianas, moras y españolas, bajo el mando del general Francisco María de Borbón, duque de Sevilla, primo del actual rey. Los que intentaban huir por la carretera de la costa eran bombardeados por aviones y barcos. La represión fue espantosa, tanto que los italianos se horrorizaron y pidieron al embajador Cantalupo que se entrevistara con el dictadorísimo para que ordenase el cese de los crímenes. Como es sabido, no sirvió para nada la entrevista, porque en cada localidad conquistada se repitieron los asesinatos masivos. Y ninguno de los culpables ha sido juzgado, y aún hay calles rotuladas con sus nombres.

   Testigo de ese espanto fue Arthur Koestler, y su testimonio imborrable para la historia queda narrado en su libro Spanish Testament. Algún día será libro de lectura en los colegios bilingües malagueños.

   Para ofender más todavía a la memoria histórica, la celebración se concentró en la plaza que lleva el nombre del general Torrijos, el heroico jefe liberal que se opuso al absolutismo del indeseable Fernando VII de Borbón, tatarabuelo del actual rey. Por ese motivo el tirano ordenó que se le fusilara sin juicio alguno con sus 52 compañeros, asesinato realmente legal ejecutado el 11 de diciembre de 1831 en la playa de San Andrés, va a hacer 180 años.

   Mal lugar, pues, el elegido para celebrar el LXXII Desfile de la Victoria de los militares sublevados contra la República. Los vasallos tenemos memoria histórica.

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