No caeré en el error de decir que la transición no cambió nada en este aspecto. Claro que modificó algunas costumbres. Fundamentalmente, la de que los integrantes de estas élites exhibieran antes su poder sin ningún pudor y a partir de un tiempo tuvieran que disimularlo de alguna manera. Lo que se hacía sin recato, requería después cierto sigilo. Por eso se multiplicaron los maletines y las comisiones por obras y servicios públicos. Por eso lo que antes llamábamos expolio y robo, se define ahora como enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, cohecho, tráfico de influencias, delincuencia organizada o financiación irregular.
También una red se puede definir de dos maneras. Cualquiera diría que es un instrumento de malla que sirve para atrapar peces. Pero, sin traicionar la lógica, trambién podría invertirse la imagen y definir la red como lo hizo aquel lingüista socarrón: una colección de agujeros atados por un hilo. Así está cosida la corrupción que aflora ahora, de forma tan exuberante. Con el hilo largo y resistente del franquismo.
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Fuente: Gara