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Mujer y Feminismo - Mujer y feminismo

El obispo franquista que no amaba a las mujeres

Irene Lozano / Cuarto Poder

El obispo de Alcalá de Hernares, Juan Antonio Reig Plá, el lunes, durante la presentación de la misa que se celebrará el 2 de enero en Madrid bajo el lema

 

Ya era hora de que la Iglesia fijara su posición sobre la violencia machista. Los fieles lo echaban en falta. Las mujeres católicas que padecen malos tratos en un matrimonio bendecido por Dios, y no entienden nada, también lo necesitaban. Los ateos y agnósticos estaban extrañados de no haber oído a los prelados manifestarse por un asunto que a menudo ocurre en el seno de la familia, siendo ellos tan proclives a opinar sobre ésta. Los creyentes de las restantes religiones tal vez se preguntaran cómo era posible que se desconociera la opinión de la jerarquía católica en un asunto tan grave.Pues bien, el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, ha venido a aclararlo todo.

 

En el momento en que hemos conocido que este año ya han muerto más de 70 mujeres a manos de sus parejas, el obispo ha afirmado que hay menos violencia en las parejas casadas como manda la Santa Madre Iglesia que en las parejas de hecho ("inestables", dijo exactamente). No ofreció datos, sino que lo deducía del hecho de que en muchos casos el asesinato se produce durante el proceso de divorcio. Su hilo argumental transcurre así: uno, los católicos se separan menos. Dos, como hay menos divorcios de católicos, hay menos muertes de católicas. Claro que de esto se infiere que las mujeres católicas maltratadas siguen conviviendo con su torturador. Y por último, que a la Iglesia eso le parece lo correcto.

 Sobre el particular tengo una pregunta, un dato y una conclusión que añadir. La pregunta es: cuándo una mujer se acerca al confesionario a contar que se arrepiente de odiar a ese marido que la maltrata, ¿suelen los curas contestar que lo importante es preservar su matrimonio?

El dato: hace un año, este mismo obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plá, ofició una misa con la bandera franquista en el altar.

La conclusión es que la jerarquía católica española desprecia a las mujeres vivas y aprecia a los dictadores muertos. No dan más miedo porque no se les escucha