LLUVIA ÁCIDA Imprimir
Opinión / Actualidad - Noticias
Escrito por Ángel Escarpa Sanz   
Viernes, 30 de Septiembre de 2011 08:02

Regreso a la isla después de tres días en Madrid, donde asisto a la Fiesta del Partido Comunista, y, en el aeropuerto de Las Palmas me encuentro con una joven (¿27 años?) universitaria, de las más activas en los días que siguieron a las jornadas del 15-M en el Parque de S. Telmo.

-¿De dónde vienes?

-De las fiestas de mi pueblo, en Logroño.

- ¿Y tú?

- De Madrid, de la fiesta del PC- le respondo.

-Y eso, ¿de qué va, de ordenadores?

 Lo puedo jurar sobre las Obras Completas de Saramago: ella no es esquimal y habla perfectamente castellano.

 Si hay algo que queda completamente claro aquí es que el Partido de Pasionaria ha perdido toda su influencia de otros días en la Universidad, en la juventud y en la sociedad misma. Y en tanto este partido no se cuestione dónde está fallando no podremos hablar de la recuperación de la izquierda, sobre todo teniendo en cuenta el papel tan importante que dicho partido jugó en el pasado y el abandono del PSOE de las posiciones del pasado. Año tras año, me produce tremenda tristeza ver los rollos, con cientos de carteles de la Fiesta, arrinconados bajo el mostrador del estand. Carteles que alguien –la militancia- debería haber pegado, en Madrid al menos –donde no vi ni uno sólo- y que costarían un dinero. Y lo mismo cabe decir de los paquetes de Mundo Obrero que no pudieron venderse y que, no pudiendo resistirme a la tentación, al verlos tirados en el suelo, me los traigo para Las Palmas, donde los deposito en los bancos públicos y los regalo a los compañeros en la siguiente mani.

Ignoro lo que lee el universitario medio de estos días, así como lo que se estudia y debate en nuestras facultades e institutos, pero, evidentemente, por lo que se refiere a la historia reciente, o no interesa o no hemos logrado entusiasmar con la memoria histórica y la identidad ,como clase trabajadora, a la siguiente generación.

Claro que, examino ahora el tomo 7º de La mirada del tiempo (Memoria gráfica de la historia y la sociedad españolas del siglo XX), editado por El País y, en el tomo, de La Transición, se ha cuidado muy escrupulosamente el evitar cualquier alusión a la matanza del tres de marzo en Vitoria, donde, la Policía, siguiendo órdenes de Martín Villa, de Fraga Iribarne, de Adolfo Suárez – que no debía estar entonces tan lejos de todo esto, por ser jefe del Movimiento- penetró en la iglesia de S. Francisco, donde se celebraba una asamblea de trabajadores, y, a tiro limpio, asesinaron a cinco obreros, como si aquello fuera una fiesta, que bien pudimos oír después las órdenes y las conversaciones de los “grises” cuando todo se calmó. (Y después le reñiremos al chico de Bilbao porque no haya empatía con lo español).

Hojeo el tomo en cuestión y veo con sorpresa que nada de nada de mencionar los asesinatos por la extrema derecha, o por la Policía, -que tanto me da, en esas fechas en que se asesina en su despacho de la calle Atocha a los cinco abogados laboralistas- del joven Andrés, tras salir de un cine, en Madrid, por llevar una insignia izquierdista en la solapa; Arturo Ruiz, los tres obreros de la construcción muertos por la Policía en Granada por esas mismas fechas; Yolanda González; ¿cómo se llamaba el joven de Trebujena que fue ametrallado por la Benemérita cuando éste escribía en un muro?…PAN, TRABAJO Y LIBERTAD; el que fue ametrallado y muerto por ese mismo cuerpo en su huida en una moto… Para la empresa del señor Polanco nunca pareció existir una joven ecologista Llamada Gladys del Estal, nunca fue vilmente asesinada –a bocajarro- por la Guardia Civil; nunca estuvo el señor González en las tierras del Sáhara Occidental ni jamás prometió al pueblo saharaui –éste y el entonces Príncipe de Asturias- apoyar y defender aquellas tierras hasta la última consecuencia.

Cuando ellos abandonaron el barco del marxismo y el del proyecto republicano, no sólo traicionaron y vendieron su pasado histórico, si no que traicionaron a toda la clase trabajadora para convertirse en el partido de los banqueros, los trepas, los empresarios de la política; cómplices, gestores del viejo sistema que siempre esclavizó, torturó y persiguió a la clase trabajadora. La única diferencia con todo lo anterior es que trituraron, laminaron y redujeron los sueños de los esclavos de la Tierra, hasta hacernos cómplices del mismo sistema que nos esclaviza. Compraron nuestros sueños con cuatro chucherías, reduciendo nuestras cabezas al tamaño de su honestidad. Redujeron nuestro compromiso a escribir panfletos como el que ahora escribo, mientras ellos se aseguran un buen retiro en los amables y cálidos aposentos de su jubilación; mientras el País se va a la deriva, con la complicidad de los que hoy engordan a la sombra de la rosa y de las siglas del partido de Pablo Iglesias y de Largo Caballero. ¿Dónde y en qué manos quedaron los sueños de transformación de aquellos hombres y mujeres de la JSU, los de los esforzados hombres y mujeres de las Misiones Pedagógicas que, a lomos de caballerías, llevaron los libros, la letra impresa y la cultura hasta los más recónditos rincones de la República?, hasta allí mismo donde ahora llegan las noticias de cierres de empresas y de despidos masivos, adobados, eso sí, con tediosos programas de televisión, que la Democracia en este país yace en las fosas donde fue arrojada tras la rebelión militar de 1936, con las bendiciones de la funesta familia Borbón. Descanse en paz y que vivan la cadenas.

Si hay algo realmente cierto en todo esto es que, los únicos beneficiarios del postfranquismo ha sido esa clase política que, con Felipe González, Alfonso Guerra y compañía a la cabeza, crearon esa empresa llamada PSOE, por no hablar aquí de los tiburones del PP, con la Cospedal, el Trillo, Rajoy y la Saénz de Santamaría.

Sí, estos son la lluvia ácida que azota nuestras tierras tras marcharse al Infierno el heredero de la espada de El Cid.

Y todavía se permite el señor Bono colgar un retrato de Suárez en el Congreso, para justificar la presencia de otro de don Manuel Azaña en esa casa.

Pablo Picasso, para dar a conocer al mundo la tragedia de España, en plena Guerra antifascista, en 1937 pintó el Guernica.

Hoy, setentaicuatro años después, yo escogería un cuadro de Velázquez: Las Meninas. Pondría un árbol en primer plano; a Buñuel, en el lugar del pintor, y, alrededor de una mesa, tapizada con la bandera monárquica, los señores Botín, González, el Borbón y la señora Aguirre jugándose a los dados las cuatro cosas que, horas antes, tenían en los bolsillos los cinco jóvenes que se desploman contra el muro del fondo -murió media España de la mano de la otra media-, a la voz de ¡fuego! del general Franco, éste con gorro legionario. Sobre la única rama del árbol, tres buitres, con las caras de Rouco Varela, Rita Barberá y Tedi Bautista, se solazan con la escena. Pequeñines, corretean alborozados a su alrededor Imanol Arias y Emilio Aragón, en tanto Leticia, en el centro del lienzo, se prueba un vestido diseñado por Ágata Ruiz de la Prada. Un abotargado Borbón con cachava se enmarca en el dintel de la puerta del fondo.

¿Aún sigues ahí?