Gabriel Celaya, nuestro poeta de lo que pasa, en marcha cargada de futuro. Imprimir
Cultura - Libros / Literatura
Escrito por Ramón Pedregal Casanova / UCR.   
Martes, 21 de Junio de 2011 03:20

Gabriel CelayaLa poesía como producto humano, como fruto de su tiempo, la poesía como representación social es reconocida por Victoriano Cremer y Eugenio de Nora a primeros del siglo XX: "Toda poesía es social", declaran. Y, a continuación, Gabriel Celaya en su libro "Tranquilamente hablando" escribe en 1947 con total acierto: "quisiera solamente contar lo que me pasa".

 

En ese hacer poético, como fruto social, se busca la palabra más adecuada con la que mostrar los acontecimientos, palabra y palabras que deben llevar el sentido de lo dicho y de lo hecho que es social, que es de interés de la mayoría porque cuenta lo que pasa.

 

Gabriel Celaya separa la palabra inútil, la forma vacía, el engaño escrito de la minoría burguesa y lo subraya así: "Hablemos de lo que cada día nos ocupa. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo; la poesía es un arma cargada de futuro".

Nuestro poeta sumó su militancia poética al PCE en plena clandestinidad, su compromiso era de conciencia, eran los años 50 del siglo XX, años en los que había fusilamientos y condenas de por vida, y cientos de miles de encarcelados; la lucha clandestina organizaba a la clase obrera, y Celaya compartió con ella su obra poética, manifestando el sentido de la Historia, la solidaridad y la búsqueda de un futuro radicalmente antifascista, radicalmente socialista, y así dirá: "Comprended lo que digo si digo "Buenos días".

Retomo las palabras de otro poeta, ejemplar y principal en la lucha comunista de esos años, camarada de Gabriel Celaya, Blas de Otero: "La censura es un obstáculo terrible, condiciona, coarta, hace callar. La censura genera la autocensura"; hoy tenemos que decir: el centenario de Gabriel Celaya se ha visto oscurecido, si no ocultado, sin duda porque la celebración cultural que le corresponde pondría en cuestión la cultura dominante, que es la de la clase dominante, eso es censura, y sus portavoces, los portavoces de la clase dominante dicen que no hay censura, y sí autocensura; ya sabemos lo que decía Blas de Otero: la censura genera la autocensura. A éste sistema le llaman democracia. Esconder el nombre del poeta militante, falsificar su propósito, exponer ambigüedades sobre Celaya, es la aplicación de la censura con el formato que la gran burguesía emplea en el momento actual, porque sabe que hoy, hoy, la poesía de Celaya se inserta en las protestas del pueblo contra su sistema, que no nos representa, contra lo que llaman democracia y no lo es.

Saben que si los Celayas extienden su poesía comprometida entre y con quienes ellos explotan, que si los Celayas forman parte del pueblo, entonces les va a ir mal, muy mal. ¿Cuántos Celayas hay en este momento, cuántos contra el capitalismo al que denominan sistema "neoliberal"?, "sistema neoliberal", eso que llaman democracia, pero que llevó a Chile y a Argentina al fascismo, ¿cuántos Celayas hay contra el sistema que celebra por todo lo alto invasiones como la de Iraq, Afganistán, que riega de bombas radiactivas Gaza, que siembra de bombas Libia, que prepara la guerra contra Irán, que da golpes de estado en Honduras, que lleva a cabo intentos de golpes de estado en Latinoamérica? ¿cuántos Celayas hay contra el sistema que deja en el paro, en el hambre, en el desahucio, sin recursos, a millones de trabajadoras y trabajadores en el Estado español y en todo el mundo? ¿cuántos Celayas hay contra el sistema que no defiende el derecho a la igualdad, contra el sistema que defiende con todas sus intituciones la apropiación de toda riqueza social por una minoría? ¿cuántos Celayas hay en estos momentos que escriben a su forma lo que otro gran poeta nuestro, Carlos Álvarez, escribió en su día: "Estos que ahora son poemas // serán mañana piezas de sumario..."?

Gabriel Celaya, que había pasado, según sus propias palabras, por el surrealismo y por el prosaísmo existencial, junto con otros compañeros de su generación, escribió para "la inmensa mayoría" de lo que hablamos en la calle. En su nota introductoria a su libro "Poesía urgente" dice: "El acceso a esa "inmensa mayoría", sin la cual nuestra poesía no será nada, salvo bizantinismo, no puede lograrse con una revolución literaria. Los recursos técnicos, y en especial la posibilidad de hacer audibles y no solo legibles, nuestros versos gracias a medios como el micro, el altavoz, la radio, etc., (piénsese en los medios actuales) son sumamente importantes y están llamados a revolucionar una literatura que venimos concibiendo desde el renacimiento bajo el signo de la imprenta, que es como decir de la lectura a solas. Pero hay algo aún más importante. Se trata del acceso a la Cultura de capas sociales que hasta hace poco han vivido en estado de pura naturaleza, pero que ya empiezan a llamar sordamente pidiendo otra vida. Sólo en la medida en que el poeta sepa responder a esta demanda, logrará crear un público más amplio, y algo más que un público. Pero sería ilusorio confiar sólo en los recursos literarios. Para salvar la poesía, como para salvar cuanto somos, lo que hay que transformar es la sociedad. Y a esto debemos consagrarnos con todo y, por de pronto, si damos en poetas, con la poesía como arma cargada de futuro."

Si pensamos en lo que viene sucediendo en las plazas de España con ayuda de los instrumentos técnicos, podemos concluir que las plazas las ocupan las y los trabajadores y las y los nuevos poetas; poetas que hoy deben sostener la demanda en la calle, deben sumar y luchar contra el sistema capitalista, hablar los problemas de la inmensa mayoría y empujar con la poesía cargada de futuro. Que aparezcan Celayas; los Celayas son trabajadores en marcha, en una marcha cargada de futuro.

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Ramón Pedregal Casanova es autor de "Siete Novelas de la Memoria histórica. Posfacios", edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)