Los españoles, sobre todos los socialistas, han armado la marimorena porque al nuevo alcalde de Donostia se le ocurrido quitar el pomposo retrato del rey Juan Carlos del salón donde transcurren los plenos. Ante tamaño desaguisado, amenazan con aplicar la ley y  forzar el regreso de la pintura al lugar que ocupaba. Da igual que para muchos Juan Carlos sea un reducto del franquismo.

 
Franco nombró sucesor a Juan Carlos con el título de rey, saltándose ambos, dictador y heredero, la sagradas líneas dinásticas y demás zarandajas retrógradas. Ambos se mostraron progresistas. Juan Carlos juró los principios fundamentales e inició un reinado acotado constitucionalmente pero con el control supremo del ejército. Ni siquiera, a la muerte del déspota, los políticos de la transición, todos ellos franquistas, se atrevieron a legitimar la fraudulenta monarquía con un plebiscito.
 
No es extrañar pues que a un demócrata le pueda molestar que el sucesor de Franco presida el salón donde se practica la democracia y, en consecuencia, lo retire. Tampoco llama la atención que un partido socialista, que de boquilla se dice republicano, sea tan monárquico como el que más, no en vano está lleno de barones.
 
Y si miramos las cosas un poco más lejos, el franquismo ramplante sigue de lleno por España. Basta con ver unas imágenes que nos retrotraen a hace medio siglo: la Guardia Civil escoltando la custodia religiosa en la procesión del Corpus en Toledo, con la presidenta de la Comunidad tocada de riguroso luto y mantilla española. Allí estaba sin duda, Franco bajo el palio.

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Fuente: http://www.izaronews.info/euskadi/2011/opinion/desde-mi-baserri/6727