Un pino en el estómago Imprimir
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Javier Pérez Albéniz / El descodificador   
Miércoles, 08 de Junio de 2011 04:34

El rey recrimina a los periodistasLa monarquía española está muerta. Aún no lo sabe, pero lo está. Como diría el mismísimo rey Juan Carlos en una exhibición de vocabulario, la monarquía tiene la semilla del pino sembrada en el estómago. La semilla del pino es la información: la gente quiere saber, y los monarcas no tienen nada que contar, salvo obviedades en Nochebuena y simplezas tras triunfos deportivos ajenos. A la monarquía le pasa como a Rajoy: solo se sostienen cuando no abren la boca. Hablar desnuda sus carencias. "¿Por qué no te callas?", advirtió sabiamente Juan Carlos a Chaves.

 

La monarquía renuncia a la palabra, que es tanto como renunciar al pensamiento, al análisis, a la reflexión, a las ideas. El rey lee sus discursos, escritos por otros, como un robot. El príncipe lee sus homilías, escritas por otros, con la soltura de un zombi. Las princesas solo hablan cuando salen de la clínica tras el parto o después de las victorias de España en la copa Davis. Cuando se saltan esta regla de oro, mal asunto: ayer veíamos al príncipe, rodeado por una cla de mamporreros, improvisar de manera torpe ante una joven republicana.

Hace solo unos días fue su padre, el Rey, quien  abroncó a los periodistas por una información trivial (que se encontraba enfermo) supuestamente inexacta. "Lo que les gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa", dijo en una frase improvisada, compleja, bella. "Eso es lo que hacéis la prensa", sentenció a modo de brillante resumen de la profesión. Días después se calzó sus muletas con claxon e intermitentes y se marchó a hacer la rehabilitación de sus rodillas a una clínica privada...

REY DON JUAN CARLOS: "Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa"

El rey recrimina a los periodistas

 

Se está perdiendo el respeto a la monarquía. Es lo que tiene la democracia... Los ciudadanos se  acostumbran a ser libres, a votar, a elegir a sus representantes y, los muy antisistema, ya no quieren otra cosa. Por si fuera poco, esos ciudadanos adquieren la mala costumbre de decir lo que piensan. El protocolo, ese conjunto de humillantes reglas establecido unilateralmente, ha dejado de impresionar al pueblo llano: la gente, a diferencia del Rey o  Rajoy, quiere hablar. ¡Tiene cosas que decir! Y las dice a la cara, de manera educada y correcta. Reflexiones que hasta hace muy poco eran impensables: renuncien al trono, olviden los privilegios sanguíneos, dejen paso a la república.

En estas circunstancias cada vez más incomodas, el Rey olvida la campechanería y recupera su esencia franquista, que ahí está, en un intento por amordazar a la prensa: a partir de ahora ningún periodista tendrá acceso a las "audiencias y actos programados" de Don Juan Carlos o su familia en el Palacio Real y en los de El Pardo, La Zarzuela y La Almudaina (Palma de Mallorca).

En una democracia sana y moderna como la nuestra (porque la nuestra es una democracia sana y moderna, ¿verdad?) la monarquía es un lastre. Y no solo por su escasa aportación intelectual, la dificultad para expresarse en un castellano digno o su escasa influencia política, sino por abrumadoras razones científicas. Tienen un pino en el estómago. Con esa tara genética no se puede ir por el mundo...

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Fuente: http://www.eldescodificador.com/2011/06/07/un-pino-en-el-estomago/