“Vivo feliz/en la tierra que aquél levantó. /Gracias le doy/ al gran hombre que supo/ alejar/ esa invasión/ que la senda venía a cambiar”, dice una de las estrofas de “Un gran hombre” dedicada en 1966 al Franco que “había rechazado la invasión” comunista, a la que años después se uniría con otras estrofas.

 

Pocos compañeros suyos quisieron divulgar esta miserable venta de su alma al dictador porque poco antes de que este muriera, VM y tantos otros franquistas comenzaron a militar previsoramente en la escuálida izquierda que unos cuantos ingenuos organizábamos entonces.

Pensando en el futuro, masas de fascistas fueron haciéndose comunistas y socialistas. Después, nadie tiró de la manta: no era cosa de descubrirse entre ellos.

Los otros callamos también porque necesitábamos incrementar la nómina militante para preparar el futuro.

Pero ahora, esos advenedizos y abajofirmante dan lecciones de progresismo mientras, como nuestro artista, siguen cobrando derechos de autor por himnos a Franco.

La sede del Clan de la Ceja es la SGAE, ese sindicato vertical falangista –la Democracia Orgánica, gobierno, empresarios y trabajadores juntos--, que ahora se desmorona en paralelo con su protector y protegido, Rodríguez Zapatero, cuya insignia eran sus cejas circunflejas.

Un travestismo seguramente lógico en esta España que pasó sin romper ni manchar el cristal de la dictadura a la democracia por los cambios de traje de tantos VM, gracias a los cuales el enemigo se volvió amigo y viceversa.

 Merecerían las gracias si no fuera que ahora le llaman traidores a los rojos de entonces, que ante la corrupción del nuevo rojerío, abandonaron para ser librepensadores.

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Fuente. Cronicasbarbaras