1. Sobre el concepto de nación (Federalismo y plurinacionalidad, un debate imprescindible) |
III República - Federalismo |
Escrito por Rafa Rodríguez |
Domingo, 07 de Enero de 2018 05:40 |
Existe un amplio consenso en considerar que una de las peculiaridades del Estado español es que la cuestión de la organización del poder territorial y la democratización del Estado han ido juntas sobre todo a lo largo del siglo XX. Actualmente también existe un amplio consenso entre la opinión pública progresista en que hay que profundizar en una estructura federal y plurinacional para avanzar en la plena democratización del Estado, lo que, a su vez, abriría el camino más importante para conseguir mayores niveles de igualdad, aunque existe bastante nebulosa sobre los conceptos de federalismo y plurinacionalidad. El concepto de federalismo ha sido mucho más trabajado mientras que el de plurinacionalidad contiene más ambigüedad por su conexión histórica con el principio de soberanía.
Para plantear un debate acerca del mismo es preciso advertir que partimos de la tesis de que el concepto de nación, y por lo tanto el de plurinacionalidad, tiene autonomía propia y como tal concepto es independiente de los otros conceptos con implicaciones políticas territoriales como el de federalismo, Estado o soberanía, aunque guarda con ellos conexiones funcionales. El concepto de nación tiene cuatro características que lo hacen especialmente complejo:
En todo caso es un concepto insoslayable porque:
El concepto de nación tiene dos campos semánticos cada uno de ellos con una funcionalidad distinta:
Ambos campos de significado y sus respectivas funcionalidades se han relacionado de forma diferente a lo largo de los últimos siglos y han tenido también una preponderancia distinta entre ellos.Sin embargo, hoy la globalización ha limitado el poder de los Estados nacionales, socavando su soberanía efectiva y, por lo tanto, están deteriorando la democracia que se desenvuelve, con los límites de su escala territorial, en cada uno de los Estados.
Esta construcción institucional, basada en la soberanía única e indivisible, provocó un mapa político fragmentado y jerarquizado hacia fuera, y encapsuló a la representación parlamentaria liberal (y luego a la democracia parlamentaria) hacia dentro, por lo que generó un sistema público internacional segmentado territorialmente en Estados soberanos, jurídicamente aislados y autosuficientes, lo que fue posible porque había una cierta correlación entre soberanía efectiva y soberanía real. Es este sistema de Estados fragmentados el que es el soporte del capitalismo, no el Estado democrático como tal. Sin embargo, hoy la globalización ha limitado el poder de los Estados nacionales, socavando su soberanía efectiva y, por lo tanto, están deteriorando la democracia que se desenvuelve, con los límites de su escala territorial, en cada uno de los Estados. En el siglo XXI, el concepto de nación como instrumento a favor de la democracia debe separarse completamente del concepto de Estado y de soberanía para reivindicar su potencial político como subjetividad colectiva. Ni el Estado democrático necesita un Demos uniforme ni tampoco necesita aferrarse al principio de indivisibilidad de la soberanía. Por el contrario, estas identificaciones, que segmentan el sistema político hacia fuera y arrasan con el pluralismo hacia dentro, se han convertido en el principal escollo para la realización efectiva de la democracia del siglo XXI. ____________ Fuente: Paralelo 36 |