La cosa ha quedado bastante clara. Estamos donde estábamos. En 1789 y en 1936. Una minoría oligárquica, un conjunto de privilegiados que explotan, parasitan y viven a costa de una amplia mayoría y que están dispuestos a eternizarse en esta situación. Desde las falsas e ilegales mayorías. Desde las leyes injustas y desde los medios de desinformación de masas.

El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, espera que el paquete de medidas aprobado por el Gobierno contribuya a contrarrestar el paro y confía en que el espíritu de solidaridad y entrega ayuden a superar la crisis. 

"De los problemas a los que hay que atender con más fuerte intensidad, uno es la falta de trabajo. El trabajo no es solamente un medio de subsistencia para las personas y familias sino el cauce esencial para el desarrollo de la persona y de las familias, esperemos que contribuyan a eso", ha destacado, preguntado por las últimas medidas adoptadas por el Ejecutivo.

La confrontación abierta que existe en Siria vive episodios cada vez más sangrientos, mientras el país se desgarra de forma irreversible. En este contexto, lo de menos, lo que a casi nadie le importa, es el futuro de los propios sirios, que están a merced de los intereses locales y globales, todos ellos espurios, que se están jugando en su tierra. Por un lado, el Gobierno, contruido sobre vínculos familiares y grupales, no duda en esgrimir con el máximo rigor y brutalidad su fuerza, causando no solo decenas de víctimas sino también la repulsa de cada vez más amplios sectores. Por otro, la llamada comunidad internacional, eufemismo tras el que se esconden las potencias occidentales, maniobra para asentar en territorio sirio sus intereses estratégicos, dirigidos sobre todo contra Irán, Rusia y China.