Diría más, mucho más. Ahora mismo les dedicaría epítetos de todas las intensidades y significados, pero me voy a quedar con las ganas de hacerlo, por respeto a los demás.

El amado líder del régimen español vuelve a insultarnos con sus medidas para esquilmar a las mayorías. Con esa demagogia e hipocresía de la que tanto y tan bien hace gala, nos espeta una vez más, y como siempre tomándonos por imbéciles, una nueva hornada de latrocinios institucionales a los que él/ellos llaman medidas de ajuste.

Quienes hayan leído mis dos artículos anteriores podrían ser inducidos a que, tras la derrota del pensamiento liberador clásico y conjuntamente con él la de las organizaciones que lo han sustentado y vertebrado, sería el neoliberalismo la única opción viable como propuesta de modelo de sociedad, habida cuenta de la hegemonía que sus valores y conceptos de política económica han alcanzado en el planeta. Muy al contrario, esa situación, lejos de constituir un opción medianamente válida no es otra cosa que la barbarie disfrazada de rigor económico. Dos ejemplos, uno basado en una experiencia personal y otro sacado de un texto ilustran el nivel de deformación de los grandes principios y las conquistas sociales conseguidas tras varios siglos de lucha.