HA estado magnífico el presidente del Gobierno y del partido que se dice Popular, durante su homilía en el retiro espiritual celebrado este fin de semana en Almería por el partido. Parecía el sastrecillo valiente de los cuentos infantiles. Había que oírle asegurar: “Si alguna vez tengo conocimiento de irregularidades, no me temblará la mano, no me temblará.” Qué tío, qué gesto, qué autoridad, qué fiereza, qué cara. Lástima que en el partido no le haga caso nadie. Acaba de demostrarlo su facción madrileña: él quiere impedir la aplicación del cobro de un euro por receta médica en las farmacias, pero el presidente Ignacio González responde que lo impone porque le sale de sus instituciones, y Rajoy se lo traga. Como para que tomemos en serio los administrados sus machismos colegiales.