LA ESPAÑA POPULAR Y LA ESPAÑA REAL PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Domingo, 19 de Diciembre de 2010 07:08

   Una vez más se ha escenificado la separación entre la España popular, la que lucha por su subsistencia, y la España real, la que habita en el reino de la fantasía. El sábado 18 de diciembre de 2010 ha sido calificado de día histórico por el jefe del Gobierno autoproclamado Socialista, el compañero Rodríguez, también secretario generalísimo del partido usurpador del respetable nombre de Socialista Obrero.

 

   En este día histórico la España popular ha salido a la calle, lo ha hecho en 39 ciudades, para manifestarse en contra de la política antisocial y antisocialista que lleva a cabo el Gobierno presidido por el compañero Rodríguez. Con su ineptitud y chulería ha dejado sin empleo a cuatro millones y medio de ciudadanos, elimina los subsidios a los parados, baja los sueldos y las pensiones, cierra un sinnúmero de empresas de todas las magnitudes, incrementa la deuda externa hasta niveles inverosímiles, logra que los inversores extranjeros miren al reino de España como un apestado, logra que se generalice el estado de malestar, y ahora va a dictar un decretazo para elevar la edad de jubilación a los pocos trabajadores que aún resisten.

   Los dos principales sindicatos de clase, Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores, han sacado a las calles a los súbditos asqueados de soportar a este dirigente sin dirección, el mendigo de la Unión Europea, el que llamó pobre mujer a la cancillera de la República Alemana y afirmó que el presidente de la República Francesa le envidiaba, el que ha hundido al reino de España en la crisis total, porque no sólo afecta a la economía, sino a la confianza de los vasallos en el futuro.

   En la manifestación popular de Madrid se escuchaban continuamente llamamientos a la huelga general, y en los discursos pronunciados en la Puerta del Sol los líderes sindicales advirtieron al compañero Rodríguez que si no rectifica en su política de destrucción general del reino, organizarán una huelga general el 28 de enero de 2011, semejante a la seguida mayoritariamente el 29 de setiembre de 2010.

   Pero al mismo tiempo que se sucedían las manifestaciones de la España popular, vivían sus sueños imperiales los representantes de la España real, con la inauguración del tren de alta velocidad entre Madrid y Valencia. En sus vagones especiales se reunieron sus majestades los reyes católicos nuestros señores, que Dios guarde, con el compañero Rodríguez, despreciador de las manifestaciones contra su política; el ministro de Fomento, generalísimo Pepiño Blanco, preparado para militarizar a todos los trabajadores con el fin de evitar la huelga anunciada; el presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia, Francisco Camps, uno de los principales implicados en el mayor escándalo de corrupción del reino, conocido como caso Gürtel, en espera de juicio; el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, alias Derrochón, que ha acumulado una deuda de siete mil millones de euros con su disparatada gestión al frente del Ayuntamiento de la villa y corte; el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, Gerardo Díaz Ferrán, procesado por la quiebra de sus empresas y el consiguiente despido de los empleados; la ministra de Sanidad, Leire Pajín, hija de tránsfuga, proclamada sociatonta mayor del reino desde que anunció una conjunción planetaria para resaltar en el Universo la ascensión al poder de su jefe, y otras personas de parecido jaez, a las que nada importa lo que griten en las calles los parados y los jubilados, porque tras ellos están el Ejército y la Guardia Civil para mantener el orden, el suyo.

   Aparecía exultante el ministro de Fomento y generalísimo de los ejércitos de trabajadores sin huelga, el inefable compañero Pepiño. Pronunció un discurso en el que presumió de los 2.665 kilómetros de alta velocidad ferroviaria en servicio en este reino, y dijo: "No hay otro país en toda Europa con más kilómetros de alta velocidad en servicio, y no hay otro país en este continente con más kilómetros de alta velocidad en construcción." Y a pesar de ello nuestra economía es una de las más débiles de la Unión Europea, necesitada de ayudas urgentes para no quebrar, con lo que se demuestra que el Gobierno apodado Socialista sólo busca la presunción estúpida. Es lo mismo que decía el dictadorísimo cuando inauguraba cualquier cosa, siempre la mayor de Europa en su género. Si los países europeos de economía saneada no cuentan con tantos kilómetros de alta velocidad, no es porque no puedan construirlos, sino porque les parecen innecesarios. Eso no se le ocurre pensarlo al compañero Pepiño, engreído en los fastos imperiales, mientras los desempleados piden limosna en las calles del reino, y nadie tiene dinero para dársela.

   Sublime resultó el discurso del compañero Rodríguez, el enemigo público número uno de los trabajadores españoles. Su oratoria balbuceante, que le hace separar sustantivos y adjetivos con largas pausas, y acentuar artículos y preposiciones, con lo que sus discursos se prolongan vergonzosamente, emocionó a los invitados con estas vibrantes palabras, transcritas seguidas, sin los intervalos habituales: "Hoy es un buen día, es un día histórico, un día en el que demostramos qué somos como país, y es un día, permítanme que lo diga, estoy acostumbrado a tener algunos días difíciles últimamente, es un día para ganar la confianza que como españoles tenemos que tener en nuestras posibilidades de seguir siendo una nación ejemplar en su potencial de progreso, de bienestar y de desarrollo."

Una de dos: o este elemento es un extraterrestre que no sabe en dónde ha aterrizado, o es un cínico tridimensional. No es posible mayor insolencia, no es posible escarnecer más a las familias carentes de recursos porque él las ha llevado a la miseria con su ineficacia y su presunción inconsciente. Este sujeto aseguraba hace un año que hablar de crisis económica en el reino de España era demostración de falta de patriotismo, y ahora decreta unas medidas salvajes para superar la crisis que ya no puede ocultar. Y se atreve a decir que este reino depauperado es una nación ejemplar. Solamente es ejemplar en la demostración de cómo no se debe gobernar. Se ríe de los ciudadanos, se mofa de los parados, se burla de los jubilados, se pitorrea de los empresarios, se chancea de los agricultores, se cachondea de los estudiantes, se befa de sus ministros, y solamente atiende las órdenes de sus amos, el emperador Obama I y el dictador Benedicto XVI.

   Menos mal que su majestad el rey católico nuestro señor, que Dios guarde, nos devolvió a la realidad nacional con su discurso. Afirmó que la unión entre Madrid y Valencia mediante la alta velocidad "es una muestra tangible de los magníficos resultados que el quehacer conjunto y la visión solidaria y de futuro pueden aportar al progreso de España y los españoles". Eso es verdad: gracias a su trabajo remachando clavos y colocando catenarias, en el quehacer conjunto de los obreros, ha sido posible este magnífico resultado. Tener un rey trabajador es un regalo celestial. Es que no lo merecemos, como tampoco merecemos este Gobierno.

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Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

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