En el siglo XIX el Senado español estaba integrado por nobles, jerarquías eclesiásticas y altos representantes de la Administración. La institución estuvo vigente hasta la dictadura de Primo de Rivera que la eliminó en 1923. Hoy lo integran en su mayor partes políticos a los que sus propios partidos agradecen así los servicios prestados y que asisten aburridos a largas sesiones de debates sin ningún fin hasta que llegue la ansiada jubilación. No daré ejemplos, basta mirar las papeletas salmón.

Pero ¿para qué sirve el Senado? La pretensión inicial era que fuese una cámara de representación territorial, aunque de hecho no es más que una segunda cámara de representación popular y de segunda lectura de leyes. Senadores y candidatos a senadores aseguran, ahora y hace mil años, que es necesaria una reforma que nunca se hace y se desviven por intentar explicar una utilidad imposible de la cámara alta. De ello depende su jugosito sueldo de fin de mes. Unos cinco mil euros brutos, dietas incluídas. Sólo algunos se atreven a cuestionar la existencia del Senado. He aquí algunos ejemplos.

Gaspar Llamazares (IU): "Si hay algo inútil en este país es el Senado"

Xose Manuel Perez Bouza (BNG): "Tal y como está configurado en este momento no tengo ningún reparo en decir que para muy poco o para nada (...) aquí no se hace nada"

María Esther García López (IU): "Hoy en día el Senado sirve para muy poco, porque allí tienen apoltronados a los cadáveres políticos".

Moisès Broggi (centenario candidato de ERC): "El Senado no sirve para nada porque incumple sus funciones (...) en lugar de representar regiones se ha convertido en el destino de unos cuantos enchufados".

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Fuente: izaronews.info