Una mochila cargada de motivos llega a Madrid PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Tomás Muñoz / Diagonal   
Jueves, 21 de Julio de 2011 16:09
El sábado se encontrarán en la Puerta del Sol las 20 marchas que partieron de distintos puntos de la península hacia Madrid al calor del movimiento 15M.

La vocación de la marcha era llevar al ámbito rural el espíritu regenerador que ha surgido en las plazas urbanas y recoger en las poblaciones de paso las problemáticas locales y las reivindicaciones del mundo rural.

Está previsto que la convergencia en Madrid de las 20 rutas que partieron desde diferentes puntos de la península sea una nueva fiesta del movimiento 15M. El 23 se encontrarán en la Puerta del Sol las diferentes marchas acompañadas por vecinas de los pueblos y barrios de Madrid.

 

También se espera la llegada de autobuses desde muchos lugares del Estado. Será el colofón a una jornada de acogida que se desarrollará en parques de la capital, organizado por las diferentes asambleas de barrio. Los pueblos de la comunidad por donde entran las marchas también han preparado grandes recibimientos.

Vecinos de Torrejón de Ardoz, Aranjuez , Collado Villalba, Getafe y Majadahonda, ayudados por habitantes de pueblos de alrededor, han elaborado un programa de diversas actividades para el recibimiento. En el caso de Aranjuez, la asamblea local ha preparado una doble jornada para recibir a la marcha este, en la que se celebrarán manifestaciones y asambleas en el pueblo.

Campamento en El Prado

El lugar establecido para el campamento de las rutas indignadas será esta vez el paseo del Prado, escogido por las sombras de los árboles, muy necesarias en el verano madrileño. Tras la acogida e instalación, el día 24 una gran movilización discurrirá por las calles de Madrid para recoger el testigo de las marchas.

A partir del día siguiente comenzarán las jornadas de trabajo entre los participantes. El 25 y el 26, además de servir como espacio para el intercambio de experiencias, se pondrán en común las reivindicaciones que se han recogido a lo largo del camino. Se trata, según lo han bautizado desde las marchas, del primer foro social del 15M. Los grupos de trabajo de Acampada Sol van a organizar encuentros temáticos para ponerse en contacto con grupos de trabajo similares de otras asambleas.

Calor y muchos ánimos

Las marchas llegarán tras llevar, algunas, más de un mes en el camino. Carlos, participante de la ruta que partió de Málaga, afirma que “ha sido duro por el calor, pero lo hemos llevado con ánimo por las excelentes acogidas de los pueblos”. Aunque no todos los municipios han cedido instalaciones, lo más frecuente ha sido ver a poblaciones volcadas con la marcha. “Se sentían importantes por recibir nuestra visita y por ser escuchados”, comenta Ana, participante de la ruta nororiental.

El principal objetivo de las “marchas indignadas” era dejar un poso de asambleas en los lugares transitados. En las poblaciones donde ya existía el movimiento, se han fortalecido celebrando asambleas extraordinarias con los caminantes. En algunas poblaciones donde no se había celebrado ninguna asamblea del 15M y han visto pasar esta iniciativa, han comenzado a celebrar asambleas locales o comarcales, tras el empuje inicial de los caminantes.

“Las primeras asambleas siempre son más bien didácticas, para que los habitantes aprendan cómo sentarse y compartir de forma ordenada sus impresiones”, dice Juan Bordera, de la ruta este. Arévalo, participante de la ruta desde Asturias, señala que “lo importante ha sido crear espacios para que la gente se exprese”.

Las marchas interpelaban a la participación de los vecinos de diversas formas. En la marcha nororiental, Ana cuenta cómo lo han hecho: “Se confirma dos días antes contactando con el municipio nuestra llegada, se anticipan los coches de apoyo el día antes, y una vez en el pueblo nosotras mismas lo anunciábamos a las vecinas”.

El resto de rutas han utilizado procedimientos similares, aunque, como señala Carlos, “también ha sido muy útil el boca-oreja; que la gente del pueblo lo difundiera entre sus conocidos”. Cualquier forma es válida, “incluso en algunos pueblos de Aragón que conservan el bando lo han utilizado para anunciar la asamblea”, señala Ana.

El formato de las asambleas también ha sido bastante similar en las diferentes rutas. “Primero presentamos y contextualizamos el movimiento y una vez hecho, dejamos que los habitantes del pueblo expresaran sus problemáticas y reivindicaciones”, señala Juan. Y es que otra de las metas fijadas era, en palabras de su manifiesto, “recoger las voces indignadas de los lugares por donde pasemos para juntarlas en una gran montaña de razones por las cuales se debe cambiar la política de nuestro país”.

En la ruta noroeste los participantes han podido comprobar de primera mano cómo en pueblos de Zamora no disponen de agua potable. “Nos impactó saber que tiene que pasar una cuba dos veces por semana en Castronuevo”, afirma Arévalo, al que las problemáticas que más han impactado han sido “el deterioro de las condiciones en el campo, el avance de los cultivos transgénicos y cómo las grandes explotaciones manejan a su antojo a Ayuntamientos y Diputaciones”.

En la ruta nororiental, Ana también señala como problemáticas frecuentes “la falta de infraestructuras y servicios públicos y el enorme problema de la despoblación”. Una de las estrategias utilizadas por las marchas para crear redes entre los pueblos ha sido “poner en contacto a la gente del pueblo en el que estábamos con la del pueblo que visitamos la jornada anterior”, apunta Juan desde la ruta este. “Los contactos personales por los sitios que pasamos van a ser muy útiles en el futuro del movimiento”, señala Carlos.

Las muestras de apoyo de los vehículos que se cruzaban con la marcha eran constantes. “Cada vez que suena un claxon, y suenan muchos cada día, nos emociona” apunta Juan. “La convergencia de las marchas del noroeste y Asturias en Benavente fue algo espectacular”, señala Arévalo, que también destaca cómo en la cima del puerto de Pajares, los esperaban compañeros de León para darles la bienvenida e invitarles a cenar en un restaurante de Villamarín. "Nos acogieron tan bien que decidimos parar allí dos días”, cuenta.