Por la boca muere Camps PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Isaac Rosa / Público   
Jueves, 21 de Julio de 2011 15:58
“Me voy cargado de ilusiones, de sonrisas y afectos de millones de personas que ustedes no conocen y yo sí he tenido la suerte de conocer.” -Francisco Camps, ex presidente de la Generalitat Valenciana-.

No sé si vieron íntegra la declaración de ayer de Francisco Camps. Fue un perfecto ejemplo de lo que ha sido su carrera política, y de todo aquello que le ha llevado a la perdición. Para decir sólo dos cosas –que dimite, y que es inocente- empleó varios minutos de discurso lleno de vueltas y revueltas, de adornos, de altisonancia, sentimentalismo y bastante patetismo.

 

Quienes llevan años oyéndolo en la Comunidad Valenciana ya están acostumbrados a su retórica inflada y cursi, llena siempre de amor, ilusión y sonrisas, pero sobre todo insoportable en su locuacidad desatada, su blablablá de quien no ha oído nunca hablar del principio de economía del lenguaje.

Esa boca que habla y sonríe y habla y sonríe sin parar es la que le ha acabado hundiendo. Si en estos dos años no se hubiese recreado tanto en sus cómicas declaraciones de inocencia, honradez y amor a la tierra, si se hubiese limitado a negar escuetamente las acusaciones sin tanta poesía barata, no le pesaría hoy como le pesa esa enorme colección de mentiras que le inhabilitaban para seguir gobernando más que cualquier condena.

Tantas veces repitió, y con tanta afectación, que era inocente, que todo se aclararía, que estaba a sólo “uno o dos escaloncitos” de que la verdad triunfase, que hoy, tanto si reconocía su culpa y pagaba la multa, como si acababa condenado por el tribunal, no podría seguir ni un minuto más en la presidencia, pues no sólo sería un presidente delincuente, un presidente sobornable, y sobre todo un presidente mentiroso: además sería un presidente reiteradamente mentiroso, cansinamente mentiroso, pomposamente mentiroso, preso de sus propias palabras, todas grabadas, todas ridículas.

Por la boca ha muerto Camps, esa misma boca que tampoco se callaba al teléfono, cuando confesaba su amor al amiguito del alma. Y por la boca no morirán, pero sufrirán dolor de muelas, quienes todo este tiempo le han secundado en sus palabras de amor y honradez, contagiados por su lirismo, todo los que hasta ayer mismo aún defendían su inocencia.