Sísifo en los medios Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por José Juan Hdez /UCR   
Jueves, 04 de Julio de 2019 05:32

Hace unos días, en una cena con docentes, y no recuerdo en que circunstancias, se hizo referencia al IES Nelson Mandela, antiguo IES Tafira. Mis ojos no pudieron evitar, siempre a la que salta, lo que yo percibí como una sonrisa interior, pero sí contuve (ya lo hago, aunque debo mejorar, con un porcentaje importante de éxito) la impulsividad de mi lengua. Labios adentro quedó la frase: “le han puesto a un instituto, supuesto templo de la paz y el saber, el nombre de un tipo que realizó y comandó actividades que hoy suelen denominarse terroristas”.


Habría sido impagable, desde el egocéntrico muy venido a menos con ciertas ganas de epatar que aún me habita, ver alguna cara de pasmo. Estoy convencido de que el Claustro que votó a favor de ese nombre pensó que le estaba poniendo a su Centro el nombre de una especie de Ghandi finisecular, siempre sonriente y, los últimos años de su vida, ataviado con una psicodélica guayabera.

Tal vez osadamente, pienso que los impulsores de la iniciativa desconocen que don Nelson, en 1960, como máximo líder del Congreso Nacional Africano, junto a Joe Slovo dirigente blanco de Partido Comunista de Sudáfrica (los comunistas, siempre denostados y siempre en todas las causas justas), creó y dirigió una organización armada llamada La Lanza de la Nación, recibiendo a inicios de los años 60 formación guerrillera en Argelia (como ETA en los 70).

Un concepto muy en boga es el del “relato”. La lucha por el “relato”. El episodio final o epílogo de grandes conflictos, e incluso de diferentes trayectorias personales, es el relato que se impone, el relato dominante que, versos sueltos aparte, suele ser el que mejor protege los intereses de la clase dominante.

En realidad este texto no quiere, o quería, hablar de Mandela. Mi objetivo es la entrevista que el Canal 24 Horas de RTVE le hizo a Arnaldo Otegi el 26 de junio. Dos relatos distintos con fines similares.

Mandela neutralizado mediante una especie de beatificación laica. Su funeral, con toda la dirigencia mundial rendida a sus pies cual Teresa de Calcuta, fue la máxima expresión.

Otegi neutralizado mediante el procedimiento inverso: la demonización perpetua. Un Sísifo condenado a subir siempre la piedra de su no condena explícita a la acción armada de ETA.

Curiosamente, los dos personajes, al que podríamos añadir el extupamaro y expresidente de Uruguay e ídolo de la progresía mundial Pepe Mújica, han seguido un decurso similar.

La lucha contra el apartheid del CNA, aliado al PC de Sudáfrica (dato casi siempre “convenientemente” hurtado), tenía como objetivo, aparte de la igualdad legal y política entre las diferentes comunidades raciales, la implantación de un régimen de justicia social. La gran mayoría de los diferentes movimientos de liberación nacional de África o Asia estaban impregnados, con diferentes matices, de una ideología socialista: la liberación nacional era incompleta si los abismos de opresión social persistían. Todos sabemos que esa “película” ha acabado en la mayoría de los países africanos en una situación de facto: el dominio de élites nativas al servicio del capital internacional. En el caso de Sudáfrica, a la élite blanca dominante se ha sumado una élite negra. Y para el resto de la población la estructura social sigue casi igual. Un artículo del periódico Expansión, de 2013, daba el dato de que en 20 años de gobierno del CNA la relación entre ingresos de la población negra y la población blanca había pasado de un 1 a 9 a un 1 a 8. El optimismo de estos datos avizora una posible igualación para fines del siglo XXII. Mandela arrinconó al socialista radical y alumbró al socialdemócrata sonriente, al reformista tenue.

Otegi, en un contexto histórico muy diferente, ha seguido una evolución similar a la del mítico Madiba o el propio Pepe Mújica: de la izquierda abertzale independentista y defensora de un régimen socialista, que consideraba la acción armada de ETA un frente de lucha legítimo, al hombre que impulsó, hecho contrastado, la desaparición de la acción violenta y hoy dirige una coalición, EH Bildu, integrada por organizaciones como Eusko Alkartasuna o Alternatiba que siempre desaprobaron la lucha armada, y cuyo programa socialdemócrata le permite aliarse en el Congreso con los igualmente socialdemócratas de ERC.

La entrevista del 26 fue burda, una especie de auto de fe donde la rueda de imágenes tenebrosas que separaban (¿cordón sanitario?) al entrevistador con alma de cura católico y al ya resabiado entrevistado, pisoteaban el mensaje conciliatorio de éste último. Un festín para los defensores de ese absurdo que sentencia que una imagen vale más que mil palabras. El refrán debería ser que una imagen (o imágenes) puede impactar más que mil o un millón de palabras. Y el impacto no siempre, ni mucho menos, es un aliado del conocimiento.

Seguro que bastantes personas que vieron la entrevista se habrán preguntado cuantos gerifaltes, militantes o adeptos a “la 18 de julio” (hace unos días se celebró una boda ante la tumba de su máximo líder, el asesino terrorista Franco, que, en un país donde puedes ser juzgado por enaltecimiento del terrorismo si dices ¡Viva ETA!, tiene una fundación legal), la banda terrorista más criminal de la Historia de España, habrían aguantado ni cinco minutos la sesión a la que sometieron ayer a Otegi. Espero que RTVE, si quiere ser ecuánime y consecuente enfrente a cada entrevistado con los cadáveres que guarda en el armario. Y no pongo comillas porque no hablo metafóricamente.

El exministro del PP Jorge Fernández Díaz, en una entrevista al Correo de Madrid, explicó que la victoria del jefe terrorista Franco se debió a la intervención de la Virgen María. Este fascista, no solo no condena al jefe supremo de la banda criminal que sólo contando a los desaparecidos mató, siendo cauto, cien veces más que ETA, sino que osa enaltecerlo en grado máximo, cubriéndolo a él, a todos sus lacayos de diverso pelaje y a su criminal empresa, con un manto divino. Magnífica entrevista bien recargadita de imágenes tienes ahí, RTVE.

Si todos los presidentes españoles, de Felipe González a Zapatero, entablaron en algún momento conversaciones con ETA, cómo es posible que una entrevista en la televisión pública con el líder de la izquierda abertzale que contribuyó al fin de la violencia (pregúntenle a Jesús Eguiguren), pagando incluso seis años de una prisión que miles de asesinos de “la 18 de julio” nunca pisaron, genere controversia alguna, mientras con total naturalidad se entrevista, en múltiples espacios políticos, sin que nadie piense que se está haciendo apología del terrorismo, al presidente de la Fundación Nacional Francisco Franco.

A ver para cuando, en Euskadi, como hombre de paz, la Fundación Nacional Arnaldo Otegi. Es una humilde propuesta.

 

Artíiculo también publicado en la página personal del autor:  Blog de José Juan Hdez

Última actualización el Jueves, 04 de Julio de 2019 05:45