¿Sindicalismo sin sindicatos? PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Pascual García / El olor del dinero   
Lunes, 27 de Junio de 2011 00:00

Marcelino CamachoDice la Wikipedia que Pablo Iglesias nació en 1850 en una familia humilde y que fue bautizado con el nombre de Paulino, siendo su padre un empleado del Ayuntamiento de Ferrol. Acabados sus estudios primarios y de tipógrafo entró a trabajar en una imprenta a la vez que asistía a clases nocturnas de francés que se pagaba él mismo. Llevó una vida de gran austeridad. En 1888 fundó la Unión General de Trabajadores (UGT), accediendo a su presidencia en 1889.

 

Ese mismo año acudió al Congreso fundacional de la II Internacional como representante-portavoz del PSOE. En 1890 encabezó la primera manifestación del 1 de mayo en España, en la que se exigía la jornada laboral de ocho horas (¿te suena?) y el cese del empleo de niños en actividades laborales. Fue detenido en varias ocasiones. En 1910, Pablo Iglesias consiguió el primer escaño de un socialista en el parlamento español.

También dice la Wikipedia que las primeras Comisiones Obreras (CCOO) fueron organizadas durante los años sesenta en Asturias, Cataluña, Madrid, Guipúzcoa y Vizcaya como movimiento surgido de los conflictos laborales en el sistema franquista. Se trataba de órganos de representación de los trabajadores elegidos en asamblea… (¿te vuelve a sonar?)… Las Comisiones Obreras fueron impulsadas por el PCE, los movimientos cristianos obreros (JOC y HOAC) y otros colectivos opuestos al régimen franquista. Esas comisiones surgidas de los conflictos puntuales (¿acampadas?) dieron lugar a un movimiento estable y organizado. Desde la transición democrática hasta 1987 su secretario general fue Marcelino Camacho, que fue encarcelado, como muchos otros dirigentes sindicales, por su inquebrantable ‘dignidad’ respecto a la democracia y los derechos de los trabajadores.

Si eres un ‘indignado’ en condiciones todo esto te debería sonar. Te lo digo para que no caigas en la tentación de pensar que has sido tú el primero que se ha echado a la calle para protestar desde que el mundo es mundo. Parece evidente que los indignados no son los primeros en romperse la cara con el poder y parece evidente también que otros hicieron algunas cosillas antes; algunos, incluso, se dejaron la vida en el empeño.

Hay otra cosa que no dice la Wikipedia, pero que la digo yo: los sindicatos han sido un agente fundamental en el desarrollo económico y en la cobertura de derechos políticos, laborales y sociales de los trabajadores desde la llegada de la democracia. Los sindicatos han sido durante muchos años los auténticos indignados de este país y han hecho recular en más de una ocasión, con sus negociaciones y sus movilizaciones (huelgas generales incluidas), las pretensiones arteras de la derecha, de la patronal, del capital especulativo, de los mercados. Sería ridículo que un mindungui como yo tuviera que reivindicar aquí la hoja de servicios del sindicalismo patrio.

Escribo todo esto para la indignada población –la no indignada me la trae al fresco-, porque un documento colgado en la web de la Extensión Laboral de Acampadasol titulado Sindicalismo sin sindicatos explica a los indignados del siglo XXI las alternativas legales que tienen los ‘no sindicados’ para organizarse en el seno de las empresas. El texto recuerda, por ejemplo, que se puede participar en las elecciones de comités de empresa (más de 49 personas en plantilla) o de delegados de personal (empresas de menos de 50) con una candidatura independiente si se tienen los avales suficientes. “Una vez que has sido elegido como representante legal de trabajadores”, dice el grupo de trabajo de Acampadasol, “es muy conveniente recibir la formación y el apoyo de otras personas con experiencia en estas tareas. En un sindicato es fácil encontrar ambas… También sería muy útil contar con un servicio jurídico que ejecutara las demandas judiciales que, en muchas situaciones, son imprescindibles para obligar a las empresas a que respeten los derechos de los trabajadores”.

Es curioso que dos colectivos con objetivos tan similares e historias tan dispares y de tan desigual recorrido (sería un insulto a la inteligencia intentar compararlas) como el movimiento sindical español y los indignados de Acampadasol tengan localizado el problema y, sin embargo, dediquen parte de su tiempo a mirarse de reojo los unos a los otros. Si el enemigo está identificado, si las soluciones están claras, si se trata de un asunto de higiene, de moral, de derechos, de democracia, ¿por qué confrontar con los que piensan lo mismo que tú? Muchas de las ‘revolucionarias’ propuestas de los ‘acampados’ forman parte del argumentario sindical desde hace años. Otra cosa es que la influencia social de los sindicatos –objetivo prioritario de la derecha política y mediática-, o su capacidad de movilización haya menguando en los últimos tiempos. Otra cosa es que, durante esta maldita crisis, CCOO y UGT hayan ido reculando y pactado acuerdos que no son sino recortes de derechos de los trabajadores. Y otra cosa es también que las centrales sindicales, al igual que los partidos políticos, se hayan olvidado de aquellos (fundamentalmente jóvenes) a los que se niega, incluso, el acceso a la categoría de explotados en el mercado de trabajo. Los sindicatos deberán reflexionar sobre todo eso, pero la confrontación entre sindicatos e ‘indignados’ solo hará más débiles a ambos para solaz de la contraparte, llámese mercados, paraíso fiscal, capitalismo salvaje, injusticia, FMI, Grecia, patronal o como se le quiera llamar. Si hay que arremangarse para hacerle frente al disparate moral, al fango social en el que vivimos revolcados, no parece razonable que empecemos por darnos mandobles entre nosotros, digo yo… La pureza no siempre es una virtud.

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Fuente: http://www.cuartopoder.es/elolordeldinero/%c2%bfsindicalismo-sin-sindicatos/786