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Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Manuel Delgado Millan   
Lunes, 11 de Junio de 2018 04:01

    Es muy delicada la posición política en la que nos vamos a encontrar ante un gobierno que está ahí por nuestro esfuerzo para convercerlo de que era tan posible, como imprescindible que la corrupción rampante, indigna y declarada en sentencia, salga del gobierno de España. Será muy difícil porque es un gobierno débil porque no quiere y rechaza nuestra ayuda. Será débil porque sabe que no hay más alternativa que hacer lo que pide la ciudadanía en la calle, o echarse en los brazos los poderes fácticos que ya impidieron un pacto de gobierno tras las dos últimas elecciones.
Esa debilidad y esa disyuntiva no es nueva en un gobierno del PSOE. Ya se dio en tiempos de Aznar en la oposición, con el gobierno de Felipe en crisis por su propia y enorme corrupción, apoyado por Pujol y Anguita despreciado por ser el profeta de lo que vino, ampliado.  Es difícil, hasta ahora imposible, convencer al PSOE de que haga en el gobierno lo que promete en las campañas y quieren sus votantes.  Fue imposible que el PSOE viera a Anguita como un aliado para ser fiel y honrado, se unió comprando voluntades dentro de IU, con quienes lo querían fuera de la política. Esa fue la verdadera pinza, de la que no pudo defenderse. 
 
   Si Sánchez, como parece, no quiere o cree que no puede satisfacer las demandas reales de la ciudadanía, todo apunta a que repetirá la jugada. 
 
    El escenario es distinto y algunos actores pueden parecer nuevos, pero el guión de la obra se puede repetir.  El tema catalán es una novedad, pero esa polarización, va a llevar aún más al PSOE a profundizar en su esquizofrenia si no avanza en lo que propone Unidos Podemos, en una solución dialogada y democrática.  
 
    Si el independentismo no cede en plantear una salida unilateral, será aún peor justificando las posiciones de fuerza que PP y C,s nunca van a abandonar porque compiten por esa "bandera". Ayudaremos al gobierno y al conjunto del pueblo catalán a un acuerdo político fruto del diálogo entre catalanes y con el Estado. Se puede, también en eso se puede. Pero la demagogia y los medios pueden hacernos pagar, en España y Cataluña, estar en ese terreno de bandera blanca.  El PSOE decidirá si elige esa bandera o, como hasta ahora, se une a la del "a por ellos". 
 
   De ello depende, no sólo su futuro como gobierno, también el de muchas políticas sociales, de futuro. 
    De una nueva correlación de fuerzas por mor de alianzas nuevas, de un gobierno con el pueblo, dependerá que esas políticas den respuesta a todas las crisis, con la imprescindible refundación del Estado, con la revitalización de la democracia, con la recuperación de derechos, con la necesaria colaboración para transformar Europa. Todo está en juego. 
 
    La política rosa ha empezado a lanzar banales crónicas sobre cómo visten las ministras, maniobras de distracción y marketing. Se complicará todo si no se afronta el fondo. Si Sánchez renuncia a eliminar los vetos de Rajoy a leyes que ya están planteadas y acordadas en el Congreso. No seremos nosotros, ni Pablo, ni Alberto, ni el grupo de Unidos Podemos quienes decidan nuestro apoyo o rechazo a Sánchez. No será un interés de partido. Serán las gentes el juez. No miremos la foto de familia del gobierno, repetida estos días. Proyectemos otra foto de España, en la que, si estamos a la altura, debemos salir todas y todos, sonriendo.
 
    No es que seamos exigentes, ni impacientes, es que tenemos memoria y conocemos al personal. Las exigencias no son más que necesidades urgentes e inaplazables. Tenemos la misma paciencia, el mismo tiempo que tengan los problemas y quienes los sufren. Nuestra tranquilidad vendrá de que se empiece a trabajar de inmediato en dirección correcta para afrontarlos como es necesario.  
 
   No se puede juzgar a nadie antes de ver sus actos, pero tampoco generar expectativas entusiastas porque se monte una campaña de marketing, en base a nombres y perfiles. Guiños le están llamando los voceros. Algunos han pasado de poner el grito en el cielo a ser inmediatamente seducidos. No entremos en analizar currículums, tampoco basta con alegrarnos de que haya muchas más mujeres, porque eso es genial, pero, por sí mismo, no garantiza nada. Si en el currículum se viera, además de una buena formación, a mujeres cuidadoras de familias desahuciadas; si  se viera a economistas, a mentes lúcidas que han estudiado caminos para poner el dinero a trabajar por la dignidad de las personas, sus derechos,  por quienes generan riqueza en la economía real, a ministras que son claramente enemigas de los especuladores y aliadas de quienes se levantan cada día para ganar la vida de los suyos, estaríamos más tranquilos. La mayoría de ministras y ministros, son gente que acceden a cargos porque han tenido cargos, que tranquilizan a la Europa de los mercados, porque vienen de estar allí poniendo límites al gasto social y rigor para quien no lo necesitan. Tranquila la Botín y alarde televisivo de sorpresas porque gusta la pasarela con alguna celebridad que sabe de naves espaciales. Mucho mejor que el que ha escrito tres novelas, y es tertuliano de programas rosa. 
 
   Ojalá en España se investigue, se apueste por la cultura, pero eso necesita dinero y de eso nada. De momento. Sin dinero no sale la cuenta de la sanidad y la educación, y los presupuestos son los de Rajoy. A los que esperamos diálogo y acuerdos, en Catalunya, para unir España sin imposiciones, Borrell y Marlaska son malos augurios.  Pero nada está dicho, basta con esperar recordando que echar a Rajoy, siendo imprescindible, obligado y posible como dijimos desde hace tiempo, es sólo un primer paso. 
    En definitiva, estamos tranquilos hasta ver. Pero ya estamos menos tranquilos que Rivera, menos sonrientes que Soraya.  
    No damos nada por perdido, ni nada por ganado.  Nos limitamos a decirnos, hoy como ayer, que Sí se puede. Que Unidas Podemos.
 
 
Imagen superior, Friedrich: El caminante sobre el mar de nubes
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