España, cuando la teología es el problema Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Francisco Garrido   
Miércoles, 20 de Septiembre de 2017 05:24

La derecha española (PP y Cs) comparten una visión metafísica sobre la esencia inmutable de España que no puede admitir la posibilidad de que una parte pueda , sea como sea, segregarse de ese todo metafísico de la España eterna. Más allá del uso irresponsable y electoralista del conflicto, que es real, está este motivo ideológico subyacente. Sin la ruptura con esa idea de España como fundamento de la constitución no hay solución posible.

El nacionalismo español fue hasta principios   del siglo XX anti absolutista, anticlerical, democrático, federal y republicano frente a una monarquía absoluta y católica integrista. El grito de “vivan las cadenas y muera la nación” era el estandarte ideológico de los partidarios del Fernando VII que abolió la constitución de Cádiz. De la imposibilidad de la regeneración   democrática, laica, federal de España laica; surgieron los regionalismo y nacionalismo actuales. No surgen contra ni para segregarse de España sino para liberarla del secuestro de la monarquía  y la iglesia  que impiden la modernizaciónEl actual conflicto catalán es la ultima y enésima prueba de la  imposibilidad contra la que surgieron los nacionalismos periféricos sigue existiendo.

España no se constituyó como nación política porque los proyecto constitucionalistas y republicanos fueron derrotados ¿Y que quedo? Un simulacro de nación que en realidad eran  los restos de un imperio con la monarquía y la iglesia como pegamento político  e ideológico. El sustrato de esa idea  de nación española   que la derecha monárquica e integrista  va fraguando a la fuerza y a regañadientes  es teológico no político. Por eso España es una entidad   eterna e indivisible. Si se leen los textos de los intelectuales conservadores del XIX y XX española (Donoso Cortes, Maeztu o Ledesma Ramos) se verá que hay un ideario rabiosamente anti nacionalista y pro imperial católico. El líder fascista Jose  Antonio Primo de Rivera definió a España como un impero (“unidad de destino en lo universal ) y no como como una Nación. La iglesia católica declaró hace apenas dos años,  hace apenas dos años que la “unidad  de España era un bien moral intrínsecamente bueno” (osea que  el secesionismo  era pecado) . Calvo Sotelo proclamó en las Cortes que por encima del conflicto de clases estaba la unidad de España: “Prefiero una España roja que una España rota”,  esta idea sólo es comprensible en clave teológica.

Significativo fue que en vez de elegir como fiesta nacional  el 6 de diciembre  (constitución) se eligiera el 12 de octubre (imperio). La constitución el 78 lleva esa idea metafísica de España inoculada en el articulado y en el espíritu de los constituyentes.  Por eso  la oposición de la derecha al referéndum no es política si no metafísica: no pueden admitir que las naciones  son construcciones  sociales contingente  e  instrumentales, y que por tanto se forman y se deforman a juicio de los ciudadanos. Para ellos la soberanía nacional no reside en la soberanía popular, la derecha no se opone tanto a la independencia de Cataluña, cosa perfectamente legítima,  como a la posibilidad  democrática de la misma; los entes  eternos no mutan.  Seguir preguntándonos si España es o no es una “nación de naciones”  es perpetuar la lógica metafísica, y antidemocrática,  en el  territorio teológico  de la derecha.  Los viejos nacionalista republicanos españoles  tendían  claro  que los mayores enemigos de España eran la monarquía y la Iglesia.  Al punto en que hemos llegado o le cortamos el cuello a esa idea metafísica de España o no hay España posible.

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Fuente: Paralelo 36