Del sueño a la realidad o la posibilidad de la república catalana PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por José Juan Hdez / UCR   
Domingo, 10 de Septiembre de 2017 04:06

Siempre nos dijo el poder, tuviera la cara sonriente de PSOE o la cruz amenazante (no olvidemos su condición de instrumento de tortura y muerte elevado a los altares) del PP, cuando ETA habitaba entre nosotros: la independencia puede defenderse por vías pacíficas.

O sea, pueden manifestarse unos cientos por el paseo de la playa de Las Canteras en Gran Canaria al viejo grito de ¡Viva Canarias Libre y Socialista! O pueden hacerlo un millón por La Diagonal clamando ¡Visca Catalunya Lliure! Nadie los lleva al trullo, se supone, por ser independentistas y reunirse con otros independentistas y dar eternos vivas a la independencia y al socialismo levantando ardorosamente el puño.

Mientras todo queda en el terreno del fervor simbólico el poder le permite a usted regresar reconfortado a casa tras participar en esa comunión laica con sus compañeros de sueños. Sí, sueños. A usted, persona entrada en años y luchas o joven al que un día un profesor le habló de la imagen más reproducida del siglo XX, esa sílaba, Che, que expresa en un lenguaje universal la rebeldía, el poder estatal español le permite soñar con la independencia. Y soñar es tremendamente (y utilizo esta palabra con absoluta conciencia) hermoso, aparte de necesario. Martin Luther King tuvo un sueño que, da lo mismo el color de la piel del presidente de EEUU, sigue pendiente cuando vemos la facilidad con la que, perdóneseme el juego de palabras facilón, la policía tira al negro. Calderón de la Barca nos desanimó diciéndonos, el muy sinvergüenza, que “los sueños, sueños son”. También el acervo popular nos disuade: “ten cuidado con lo que sueñas… puede cumplirse”.

Los cientos de soñadores en una Canarias Libre y Socialista, en una sociedad que se adormece entre romerías y bajadas y subidas de vírgenes (tranquilos compatriotas, que a mi también me gusta La Rama), no quitan ni un segundo, oh paradoja, el sueño al poder.

En cambio, cada persona que conforma ese millón y pico, sobre una población de siete y medio, que lleva saliendo a la calle cada 11 de septiembre en Cataluña desde hace varios años, pretende y siente que, junto a las otras, ha acumulado fuerzas, incluso una mayoría absoluta parlamentaria, para intentar, trayendo el sueño a la realidad, lo que no está previsto por el poder: la posibilidad de construir, más allá de las libertades concedidas, un estado propio.

Y el primer paso de ese sueño factible debe ser contarse. Es muy simple: cuantas personas están a favor y cuantas en contra de que Cataluña forme un estado independiente en forma de república. No lo piden unos cientos o miles de personas, como sucedería en Canarias, lo solicita una mayoría de los habitantes de Cataluña.

El poder ha sacado a colación mil veces la trampa constitucional: “Vengan ustedes, partidos políticos independentistas catalanes, al parlamento español e intenten, con sus magras fuerzas (Cataluña aporta 47 diputados sobre 350), una modificación de la constitución que les permita realizar un referéndum legal”. El estado español les ofrece a los catalanes que quieren decidir la posibilidad de construir su república una vía muerta o un muro contra el que se han estrellado 18 veces, las que le han solicitado al gobierno español un referéndum pactado. Lo que queda entonces es, desde tu mayoría absoluta en el Parlament, que te legitima, crear una arquitectura legal propia para dar cauce a que de una vez por todas se haga la única encuesta que necesita el pueblo catalán: un referéndum en el que cada cuál vote, o se abstenga, libremente. Sin coerción alguna. Y hoy el único elemento coercitivo, cada vez más amenazante (registro de una imprenta y un semanario entre el 8 y el 9 de septiembre con encausamiento del director de este último), es el gobierno español, que es quién quiere que nadie vote, oh heroico Coscubiela transportado en incómoda parihuela por la derecha política y mediática, ni los del sí ni los del no, porque en su fuero interno España es y será siempre unagrandeylibre.

Alberto Garzón escribió en Facebook: “En @iunida no apoyaremos la ley del referéndum que se votará hoy en el parlamento catalán. Defendemos el derecho a decidir con garantías”. Garzón, estás defendiendo, cobardemente, el derecho a decidir cuando las ranas críen pelo o les de la bendita gana al PPSOECs, que será nunca. Los ciudadanos catalanes están a tres semanas de decidir, de votar sí o no a la posible construcción de una república (que va más allá de llamar al rey Felipe ciudadano Borbón cuando, en vez de desconocerlo, vas a entrevistarte obedientemente con él), lo que sería un mazazo al régimen del 78, y los desacreditas convirtiéndote en esta hora, que no admite ambigüedades, en un aliado de facto de la derecha españolista. Y no vale la trampa habitual: decir que el proceso catalán es fruto de la burguesía catalana. Me atrevo a afirmar justo lo contrario: este proceso intranquiliza mucho a la parte más poderosa de la burguesía, a la oligarquía catalana que, por cierto, se ha manifestado claramente en contra de la independencia pues ahora mismo no tiene lo que siempre ha poseído, más allá de circunstanciales mayorías políticas, desde 1939 para acá: el control absoluto. Lo lamentable es que uno solo de los objetivos del referéndum catalán: la posibilidad de tirar al basurero de su historia la monarquía del ciudadano Borbón, es una tarea inafrontable para Unidos Podemos, la autodenominada izquierda del estado español que, por tacticismo, oportunismo o cobardía, nunca encuentra el momento (aquello de las condiciones objetivas y subjetivas da para mucho) para reivindicar y educar a la gente en la necesidad de una república.

Sigo con la izquierda. Los comuns (hermoso nombre que pasa rozando), cuyo referente es Ada Colau, que quizás ya no piensa que la injusticia implica en momentos decisivos, esos que parecen acelerar la historia, desobediencia, harán a su militancia la siguiente pregunta: “¿Cataluña en Comú tiene que participar en la movilización del 1-O?”. Puedo irritar a algunas personas, pero esta actitud contorsionista y sibilina que degrada un referéndum a una mani con papeleta de mentirijillas es más dolorosa que la embestida, absolutamente esperable, de la derecha. No obstante, la respuesta ya la doy yo por adelantado: si hay urnas en todo el territorio catalán, circunstancia que está por ver pues creo que el estado va a apretar mucho las clavijas, ustedes van a participar sí o sí, aunque voten no, se abstengan o hagan una macrosentada. Por una sencilla razón: se van a contar síes, noes, votos blancos, nulos y abstenciones. En la lectura de los resultados entrará, a gusto o a disgusto, manejando esos cinco vectores, aunque tres sean los básicos, todo el mundo, de derecha a izquierda, porque es un referéndum y no una movilización ocasional sobre la que pronunciarse a través de una pregunta timorata.

Me parece oportuna esta canción de Silvio Rodríguez y Buena Fe llamada La Tempestad.

 
Artículo también publicado en la página personal del autor:  El Blog de José Juan Hdez