Comunes, ¿y si el dilema está equivocado? Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Jordi Serrano   
Sábado, 09 de Septiembre de 2017 05:05

Se atribuye a Mario Benedetti esta frase: "Cuando creíamos tener las respuestas, nos cambian las preguntas". Yo me atrevería a a decir que cuando hemos sabido que muchas respuestas eran falsas nos hemos dado cuenta de que las preguntas estaban equivocadas. Xavier Domenech lo dice así: "La historia responde a tus preguntas con respuestas inesperadas modificando los interrogantes".

Hace demasiado tiempo que el espacio de izquierda de los comunes, que se está reconfigurando, se equivoca de pregunta. Una y otra vez se preguntan: ¿somos o no somos independentistas? Cuanto más tardan en responder, más división se produce. Ya fracturó en su momento a ICV. Y una parte de dirigentes, militantes y votantes lo abandonaron. Algunos dirigentes actuales parecen empeñados en conseguir que no quede ni uno.

Es bastante evidente, para cualquier observador mínimamente ecuánime, que en el espacio de los comunes hay un 50% de votantes independentistas y un 50% que no lo son. Si no os gusta la simplificación, poned un 30% o un 40% en un lado y un 70% o un 60% en el otro. Da lo mismo. Si ECP consiguió sobrepasar los 900 000 votos y CSQP sólo llegó a los 250 000 por alguna razón debe ser. Cuanto más discutan internamente sobre la pregunta, más se dividirán y más daño se harán entre ellos y abrirán más heridas imposibles de curar. Además dan facilidades para que gente de fuera de Catalunya, algunos de ellos sin la más mínima sensibilidad y conocimiento, digan la suya y empeoren la resolución del enigma.

Creo sinceramente que los comunes se tendrían que hacer dos preguntas sencillas. La primera: ¿los comunes son republicanos? La respuesta es categórica: sí. No me imagino a un catalán que esté, sin los efectos de sustancias prohibidas declarándose monarquico partidario de Felipe VI y votando a los comunes.

La segunda pregunta es algo más complicada: estos republicanos comunes, en esta coyuntura, ¿qué propuesta apoyan? Descartamos que se alineen con el no a todo el extremo centro del PP. En realidad les quedan dos opciones: apoyar el proceso emancipatorio o situarse en una posición marginal durante los próximos 20 años. En una tesitura que vagamente recuerda a la actual y que ahora sería demasiado largo de explicar, el PSUC y el PSC a inicios de los 80 se equivocaron y estuvieron 23 años en la oposición.

¿Qué habría hecho Francesc Pi i Margall? Está claro. Hace más de un siglo los federales querían acabar con el caciquismo y el turnismo del régimen de la restauración monárquica de 1874. Pi i Margall planteaba una alianza entre republicanos y catalanistas. Con el término "catalanistas" se refería a la Lliga Regionalista. Hay que recordar que la Lliga era una propuesta política mucho más derechista que un PDECat que acaba de descubrir muy recientemente que es una opción republicana.

Parece bastante sensato pensar que la forma más rápida de combatir el final patético del régimen de 1978 del Reino de España es aliarse con los independentistas. A los dos proyectos los une el republicanismo, eje central de la izquierda catalana desde Ramon Xaudaró y Abdó Terrades.

¿Qué habría hecho Andreu Nin? También lo sabemos. El mes de septiembre de 1934, días antes de los Hechos de Octubre, escribió: "Defender el derecho indiscutible de Cataluña a disponer libremente de su destino, sin excluir el de separarse del Estado español, si esta es su voluntad. Considerar la proclamación de la República Catalana como un acto de enorme trascendencia revolucionaria". Hay que recordar que Joan Comorera, de la USC y después secretario general del PSUC, estaba detenido en el barco "Uruguay" junto a Lluís Companys.

Como decíamos al inicio, la historia da respuestas inesperadas. Efectivamente, como también escribe Xavier Domenech: "El catalanismo ha pasado de ser una propuesta de reconstrucción de España a ser una propuesta de construcción de un Estado". Esto tiene aspectos positivos: la gente deja de quejarse y busca construir un país mejor a partir de sus propias voluntades, recursos y esfuerzos. Y este es nada más y nada menos que el significado último del republicanismo.

No sabemos qué nos ofrecerá un futuro muy, muy cercano, pero si se quiere una hegemonía política de las izquierdas los próximos veinte años hay que ser osados. Si se quiere dirigir hay que estar delante, asumiendo contradicciones, claro que sí. Esquivar la historia es suicidarse. Muchos vemos con emoción y esperanza que hay un balcón que está esperando.

05/09/2017

Traducción: Ángels Varó Peral

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Fuente: Ara