Destino: La Dignidad PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Tomás Ramírez   
Domingo, 16 de Julio de 2017 00:00
    Que el capitalismo es incompatible con la democracia y no permite la práctica real y radical de los Derechos Humanos se viene confirmando durante los últimos 50 o 60 años. Está claro, el beneficio de unos pocos requiere de altas dosis de desigualdad para que la ganancia sea mayor y el disfrute de sus privilegios más placentero. No es economía, es ideología.
    Ante esta situación la única herramienta que queda en manos de quienes sufrimos, o sufriremos, las políticas neoliberales del Poder financiero y sus capataces políticos es la movilización social unitaria.
 
En torno a ese espíritu se conformaron las Marchas por la Dignidad, conseguir que la diversidad de las luchas sociales (vivienda, sanidad, educación, trabajo, feminismo, ecologismo,…) se transforme en única lucha alrededor de objetivos comunes y transversales.
 
    El objetivo se cumplió en marzo de 2014 pero cometimos un error, nos equivocamos pensando que habíamos adquirido la fuerza suficiente para intentar el asalto a las instituciones en municipales y generales. Nunca debimos abandonar la calle.

  Además infravaloramos al adversario, el bipartito y su muleta naranja aguantaron bien el envite y no detuvieron su ataque neoliberal utilizando la precarización del trabajo y la represión del Estado contra todos aquellos y aquellas que osaran plantarle cara.
 
  Por eso regresamos a Madrid en mayo pasado. Hoy toca preguntarse qué podemos y debemos hacer a partir de ahora para conseguir conformar un contrapoder capaz de enfrentar, con el máximo de garantías, las políticas que asfixian a la mayoría social.
 
    Que España tenga futuro más allá de ser un país de servicios vasallo del Poder financiero y político internacional depende de nosotras y nosotros. La, tantas veces anhelada, unidad de todas exige generosidad, solidaridad, confianza y la muerte de todos los egos personales e individualistas, o lo que es lo mismo, exige pensar colectivamente, practicar el colectivismo.
 
Este y no otro, es el único camino cuyo destino es la Dignidad.
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