Películas de Navidad en primavera PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Juan Carlos Monedero   
Lunes, 06 de Marzo de 2017 06:42

Los azares de los aviones me llevaron a ver una película típica de Navidad finalizando este invierno. Los tópicos de ese cine amable resaltan más sin nieve. Son películas hechas para llorar -sin muchas ganas- en el sofá de las cortinas medio corridas y las persianas medio bajadas. O cuando los motores del avión arrullan el sueño entre las nubes.

 

En este cine de autor -del autor que produce las películas- todo es suave por fuera pero pura dinamita por dentro. Dinamita para cualquier mirada ajena al ordenado mundo de los que desde hace siglos ordenan el mundo. Y así, bajo una luz ideal, las parejas se reconcilian, -eso sí, sin mezclarse: los negros con los negros, los blancos con los blancos, los latinos con los latinos-; los malos padres se reconcilian con sus hijas enfadadas -por culpa del maldito divorcio y las malditas infidelidades-; las empresas se reconcilian con sus grandes clientes -que las cosas van mal solamente cuando algún contratado hace mal las cosas-; y las madres que escuchan el reloj biológico entienden que el relojero del mundo sabe perfectamente lo que hace se tome el tiempo que se tome. En este cine, que parece financiado por los lobbies que financian programas de templarios, siempre hay seres sobrenaturales que son quienes, en verdad, terminan solucionando las cosas. Porque lo que pasa viene de suyo, siempre es culpa del azar, de manera que no hay culpables para recriminar nada de nada. Luego votas a Trump y todo parece lo más normal del mundo.

Los anuncios, por lo común, usan siempre la misma estrategia: te recuerdan algo que te produce desasosiego, angustia, falta, deseo, frustración, culpa para, inmediatamente después, ofrecerte la solución a ese problema, sea un fornido Mr. Proper que te ayuda a limpiar, un coche que te hace triunfar sexualmente, una colonia cuyo frasco se asemeja excesivamente a un vibrador, una alarma que te deja dormir en paz con tanto delincuente inmigrante o un cojín con el que puedes alargar la jornada laboral ad infinitum. Y date prisa, que la misma oferta, día a día, semana a semana, mes a mes, está a punto de acabar y no vas a lograr los regalos reservados a las diez primeras llamadas. Luego votas a Rajoy y todo te parece lo más normal del mundo.

Leemos que Jordi Sevilla, el economista en quien Pedro Sánchez había depositado su confianza en reinventar las cuentas en España, está trabajando con el BBVA para ahorrarle los costes de las cláusulas suelo a ellos y cargárselas en las espaldas de los hipotecados. Jordi Sevilla era la parte que venía en el acuerdo PSOE-Ciudadanos. Por el partido de Rivera estaba Luis Garicano, que viene directamente de la patronal bancaria. Hay que agradecerles, al menos, la sinceridad. Ese pacto PSOE-Ciudadanos era, fum-fum-fum, el que tenía que apoyar Podemos. Todavía hay gente que dice en los ecos de las empresas radiofónicas: “es que si Podemos hubiera apoyado el gobierno de Sánchez….”.

Un cuento de Navidad en primavera. Con ecos repetidos. Vamos, que Podemos debiera haberse echado en brazos de la trama que lleva mandando desde, cuando menos, los tiempos de la Restauración canovista. Con Rey incluido, que los reyes en el cine dan glamour. Luego, votes lo que votes, todo te parece lo más normal del mundo. En Navidad, comprando la lotería, en Verano imaginando que el próximo verano navegarás en un crucero, en Primavera con ropa de colores cosida en Bangladesh o haciendo colas para ver a alguna virgeno a algún santo, y en el otoño con las rebajas del hogar. Aunque esté hipotecado. Por fortuna, pese al cambio climático todavía se notan las estaciones. Y los cuentos de Navidad son eso, cuentos que vienen del frío.

 

En la imagen superior, cartel de la película Belleza inesperada

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Fuente: Comiendo tierra/ Público