Házselo escuchar (pero no les censures) Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Juan Carlos Monedero   
Viernes, 03 de Marzo de 2017 05:50

El autobús de “hazte oír” es una basura financiada por gente que tiene mucho dinero. Como mil más que nos rodean todos los días y que se zanjan con violencia contra las mujeres, contra los inmigrantes, contra los antifascistas, contra los pobres o contra cualquier enemigo que alguien se invente para compactar su grupo.  Creo que se le combate con ideas más fuertes, movilizando la empatía y los argumentos, sin olvidar, claro, que su capacidad financiera les hacen más peligrosos. Respecto del poder de los poderosos no hay tiempo de ingenuidades. Silenciarles con cualquier tipo de censura, paradójicamente nos debilita.

 

Tenemos razones y argumentos de sobra para demostrar que el mensaje del autobus es mentira. Tenemos de nuestro lado la ciencia y todo lo que sabemos sobre ética, biología y cultura. ¿Significa que eso, como alguien ha planteado, que debe ser legal ir con un autobús diciendo que los moros son sucios o que los gitanos roban, bajo el argumento de que biológicamente las razas no existen? A esa gente se les para los pies obligándoles a explicar sus barbaridades, haciéndoles muy difícil que lancen su mensaje de guerra, poniéndoles enfrente mucha calle. Convirtiéndo en alarma social la presencia de ese autobús, no mandando a la policía a detenerles. Prohibirles expresar sus ideas basura se vuelve contra nosotros, los que estamos peleando para superar un sistema atravesado de desigualdades y poder. Se trata de no ayudarles -como han hecho los ayuntamientos del PP desde siempre- pero tampoco silenciarles con ninguna censura. Esos silenciamientos nos silencian. Tenemos mucho más que perder.

Además, es bueno que los venenos que acechan afloren a la superficie. Si hay gente que piensa como estos homófobos ¿no es mejor saber que están por ahí reunidos, pagando publicidad, haciendo propaganda silenciosa más allá de la evidente? Y ya puestos, parece sensato preguntarse por sus vinculaciones políticas. Porque hazte oír tiene vinculaciones con el PP (aunque en la fase actual en la que está Cristina Cifuentes estas amistades se convierten en molestas), como las tiene la Fundación Francisco Franco, el Opus Dei o los Legionarios de Cristo. Estas ideas están en las revistas caras y exclusivas que leen algunos sectores y construyen espacios exclusivos donde expresan estas ideas sin freno. Sin olvidarnos de Francisco Granados, que cobraba un millón de euros por entregarles suelo para hacer colegios donde nuestros hijos escucharían todos los días que los niños tienen pito y las niñas vulva. Entre lecciones de historia donde Lorca nunca fue homosexual o de matemáticas donde los ricos tienen su propia calculadora.

Hay que permitir que los sinvergüenzas salgan a la superficie. Impedirlo se vuelve contra la propia exigencia de libertad. Si les prohibimos pasear su mensaje de odio estamos abriendo la espita para que luego nos sigan prohibiendo cosas. Y escucharemos hasta la náusea el argumento de que pasó lo mismo con cualquier descerebrado al que se le prohiba decir lo que piensa.

Celebremos que no hemos olvidado que existen muchas formas de fascismo social y que nos hemos irritado mucho con esa propaganda de odio. Y no nos olvidemos de que hay mensajes que se nos cuelan sin darnos cuenta con el café con leche. Escucho la radio esta mañana y me siento víctima de un preterrorismo ideológico cuando me dicen que si no hago algo especial el día del padre es que soy un hijo descarriado y sin alma, aunque lo hagan para venderme lotería. Me siento insultado cuando escucho propaganda de una empresa de alarmas que siembra miedo para que cuando nos acostemos pensemos que los ladrones están en la habitación de al lado y corramos para poner alambres de acero en la escalera. Me siento humillado cuando un bufete de abogados me ofrece sus servicios, a cambio de vaya usted a saber qué tasa, porque el Estado no se encarga de que los bancos nos devuelvan lo que nos han robado con las cláusulas suelo y demás atracos. Que el autobús nos indigne demuestra salud democrática y no quiero que nadie gestione con censura el enfado que corresponde a la sociedad. De lo contrario, nos pasará como los zorros que se acostumbran a comer de los merenderos y en el invierno se mueren de hambre porque ya no saben cazar.

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Fuente: Comiendo tierra / Público